Por José Luis Dávila.
¿En qué creemos? ¿Un dios, el futuro, los otros? Es más: ¿aún nos quedan razones para creer? Quisiera pensar que sí. Pensar que todavía existe un recoveco en el cual nos podamos amparar para creer un poco, aunque sea nada más en nosotros mismos.
Creer o no creer. Tener una vaga esperanza de que aún hay algo que vale la pena. A veces lo mínimo es lo que da fuerza para seguir en la persecución de lo que sea que tengamos como objetivo, para no rendirnos ante cualquier cosa que sea adversa.
Empujar el cielo un poco, mandarlo lejos para tener más espacio, más aire, y respirar mejor.
De esto trata Push The Sky Away, el nuevo disco de Nick Cave & The Bad Seeds. De saber que aún hay pequeños rasgos de la vida que hacen que uno permanezca. Y no, no es un disco que tenga alegría en sus notas o letras, sólo es uno que mezcla la melancolía con la negación. Negación a que todo esté perdido, negación a que las cosas no tengan arreglo. Negación a la finitud de lo que somos y de lo que nos rodea.
Entonces, cuando nos negamos a todo eso, podemos proclamar que por más hundidos que estemos aún podemos creer en dios, en las personas, en las sirenas o las hadas. Creer en lo que queramos creer incluso si no hay nadie más que crea en ello.
Además, sólo creyendo en lo que nosotros mismos decidamos es como sabremos quienes somos. Es, si quieren, otra forma de autoconocimiento, que confirma que los demás no son nosotros y nosotros no podemos ser los demás.
Cave y su voz llegan a lo profundo de esto. Su música se adentra en quien la escucha para sacar a la luz todos los miedos que impiden ver lo que se quiere y lo que se desea creer con toda la fuerza.
Push The Sky Away condensa en nueve canciones un camino para refirmar un poco más que no hay razón para dejar de ser, sólo hay que creer en lo que sabemos que puede valer la pena, aunque no lo valga.