Una ventana inmensa: Norma Guadalupe Ramos
El taller de poesía en prosa de Manuel Parra Aguilar presenta esta semana a una autora nacida en Guaymas, Sonora, cuyo trabajo se ha publicado en El canto amarillo de la calandria.
El taller de poesía en prosa de Manuel Parra Aguilar presenta esta semana a una autora nacida en Guaymas, Sonora, cuyo trabajo se ha publicado en El canto amarillo de la calandria.
Por Norma Guadalupe Ramos
Hermosillo, Sonora, 28 de julio de 2022 [00:02 GMT-7] (Neotraba)
Es la casa de sus pesadillas, la casa que exorciza sus recuerdos. Es el corazón desbocado y a punto de desgajarse, este es el dintel de la puerta de madera vieja, el cual se adentra en la vivienda que le magulló el alma. En el techo de vigas están las telarañas donde aún colgaban como cristales ahumados por el tiempo sus lágrimas. Sus gritos de niña desnuda de amor, desamparada, permanecen en un rincón de la sala. Estas son las habitaciones de todos y de nadie, estos son los golpes del pasado. En el patio se hallan los espectros de las plantas que tanta paz le brindaron, el fragante fruto del guayabo, la seda en las hojas de la higuera y la parra de ramas curvadas. Es la casa con su historia en las manos. Por encima del hombro izquierdo la autocompasión, sus recuerdos y aspirar a bocanadas su presente. Horóscopo del día: Tauro, hoy saldrán los fantasmas de tu armario.
Camina la mujer sin tregua, con su falda bailando al viento. Ignora la sombra que le ofrece el palo verde, ignora las escarlatas huellas que dejan sus agrietados pies. Huele la esperanza de encontrarlo y huele el miedo de encontrarlo. Araña la tierra al pie del pitahayo grande, encuentra su mirada las cuencas vacías de unos ojos y una sonrisa descarnada, sigue; le susurra la esperanza. Un grito herido sale de su vientre, cuando topan sus ojos con la medallita de oro clavada en el esternón. El grito viaja por la llanura y vuelve muerto a ella. La muerte se le clavó en las uñas y en las heridas de sus pies.
La soledad araña mi cuerpo cuando a medianoche se asoma por mis manos el antojo de tenerte. Me arropan hasta el alma las tinieblas, pero no logran cubrir tus ojos, que siguen vivos en mí. El abrazo oscuro se rompe por los dedos de la luna, que me acaricia compasiva y yo la miro suplicando tu regreso, mas ella solo puede brindarme una copia raída de tus brazos.
Me volví en la cama buscando tu cuerpo y abracé la huella que dejó tu ausencia. Besé la almohada impregnada de tus olores, recogí un cabello que olvidaste y lo trencé a mi corazón, tejido de lana suave que se deshilacha todas las noches esperando la promesa que no hiciste. –Sin compromisos –dijiste esa noche azul pálido. Y mi corazón dijo sí todas las noches de todas las vidas.
Como un agujero negro que devora hasta la luz que lo rodea, el hombre-macho temeroso de sus impulsos primitivos la despojó de su voz, de su risa, de su andar y hasta de su mirada. Alguien le ha cortado las alas recién estrenadas, alguien la ha enfundado en una jaula azul o negra y, con invisibles grilletes, alguien más la ha aprisionado en un rincón de su casa. La inseguridad disfrazada de látigo azota su espalda cuando asoma su rostro por la ventana. Yo camino sola las calles; voy vestida de colores, entaconada y con el pelo al viento. Cuando me place bebo una copa de vino, leo, bailo y río a carcajadas. Pero me golpea la culpa del dolor ajeno y el mundo permanece sordo a los ecos de tu silencio. Y me duele el silencio del mundo ante el tuyo, mujer afgana.
Norma Guadalupe Ramos Félix. Guaymas Sonora.Es integrante del taller de autobiografía, impartido por el maestro Francisco González Gaxiola. También ha participado en distintos talleres de la Escuela de Escritores de Sonora, como Letras de Cine, El poder del cine, y El poema en prosa lírico. Trabajos suyos se pueden leer en Aula 112 Cada día iré sintiendo menos y recordando más (autobiografía) y El canto amarillo de la calandria (poemas en prosa).