47 días de aislamiento.*
Transcurrieron 47 días de confinamiento y por fin los niños pudieron salir a la calle en España. Ariadna González Uribe le da voz a un niño de 7 años y nos cuenta cómo fue su primer día de juegos.
Transcurrieron 47 días de confinamiento y por fin los niños pudieron salir a la calle en España. Ariadna González Uribe le da voz a un niño de 7 años y nos cuenta cómo fue su primer día de juegos.
Texto y fotos de Ariadna González Uribe
Madrid, España, 28 de abril de 2020, 00:39 hrs. (Neotraba)
Voy tachando el calendario desde el día que dejé de ir al “cole”, hoy es el día 47. Parece mucho si contamos que nos hemos perdido cuatro cumpleaños de mis amigos favoritos. Parece mucho si juntamos todas las páginas de “tareas” que nos han mandado las profes, parece mucho si contamos todas las tardes que salimos a aplaudir al balcón, después de jugar al “cuatro en raya” con mi mamá. Parece mucho si vives en un piso de menos de 80 metros cuadrados. Pero para mí, que tengo casi ocho años (que vivo el aquí y ahora), no me parece para tanto. Parece mucho si cuentas los días sin ver a los abuelos y primos, pero yo me he disfrutado mucho teniendo la atención de mis papás durante horas.
Justo antes de que comenzara la cuarentena, estuvimos patinando en el parque hasta el anochecer, aprovechando hasta el último momento, no sabía qué significaba el que no pudiera salir de casa. Me imagino que la cuarentena para cada quien es distinta, con hijos o sin ellos, si alguno de los papás está trabajando desde casa durante las mañanas, o la de mi vecina siendo madre soltera, o la de mi tía que vive sola, o los viejitos del cuarto piso que tienen ochenta años. Pero a mí me parece que nos ha dado tiempo de inventar tantas historias con mi hermano, que hasta nos falta tiempo.
Parece poco si pasamos las tardes jugando con las cajas de paquetes que han llegado estos días y si convencemos a mi papá para jugar al “Virus” antes de dormir (casualmente un juego muy popular entre los niños españoles desde hace unos años). También he aprendido a hacer videollamadas con mis amigos, he descubierto que lo que más me gusta hacer de la casa es pasar el trapeador y ya sé partir los huevos sin derrames para hacer el pastel de zanahoria. Y puedo hacer más piruetas y acrobacias en la cama de mis papás que las que hacía antes.
Ha sido divertido, aunque en momentos me he aburrido, inclusive el otro día me enfadé y lloré porque ya estaba harto de hacer tareas, y me fui a abrazar mi almohada. Mamá vino después, pensé que me reclamaría algo, pero me dijo que estaba en mi derecho de enfadarme y soltar de alguna forma ese “algo” que llevo dentro, así que le pegué a mi almohada varias veces y luego nos abrazamos en silencio, hasta creo que vi una lágrima resbalar por la mejilla de mi mamá también.
Dice mi mamá que hoy ya podemos salir a dar un paseo. Desde el balcón ya veo a papás con niños en bici, otros corriendo, muchos con mascarillas, ¡qué ganas de estrenar la mía!, algunos con guantes, a mí me gustan los de color azul que lleva esa niña.
Me visto rápidamente, casco, patinete, mascarilla y ¡listo!
¡Qué vacío está todo aquí afuera, cómo le han crecido hojas a estos árboles, cuántas flores de colores hay ahora y hasta escucho un montón de pájaros! Aunque no puedo juntarme con otros niños, ni subir a los columpios, ni patinar en las pistas, soy un explorador y he encontrado el hormiguero más grande y algún otro bichito, he buscado un palo para jugar en la fuente con una hoja seca como barco y he subido y bajado una gran rampa sobre mi patinete sintiendo que volaba porque el aire me movía hasta las pestañas.
Y así corriendo de un lado al otro, lo más lejos posible y a toda velocidad, patinando y recolectando tantas plantas y flores como he encontrado, así he pasado el primer día de salida. Hemos vuelto a casa recargados de aire y sol como lo solíamos hacer apenas hace 47 días atrás… Mañana traeré el bumerán que me regaló mi abuelo.
Estoy a punto de cumplir 8 años, y quizás en unos años sabré que fue lo bueno que me dejó este periodo de cuarentena, pero por ahora en lo que más pienso es si podré celebrar mi cumpleaños en junio con mis amigos y mi piñata…o no.
*El aislamiento desde la visión de un niño de 7 años