Por José Luis Dávila.
Fue una muerte anunciada, como la de Santiago Nasar, inevitable y trágica.
James Murphy estaba ahí parado, frente a todos, en el Madison Square Garden, y cantaba como no volverá a cantar. Miles de personas gritando, coreando sus canciones, viendo cómo se despedía LCD Soundsystem. Luego de poco más de tres horas, las luces se apagaron; era el fin.
Desde el primer disco (homónimo, por cierto), hasta el This is happening, la banda se distinguió por su estilo. Desenfadado, sarcástico. Una mezcla que aunque queramos clasificar, aunque se inscriba en una corriente musical, será única como pocos lo han sido. Como casi nadie en esta época lo es. De eso se trata ¿no? De salir y ser diferente, y darle a la gente eso diferente que necesita, dar esa raíz del mito moderno de la estrella eléctrica, de la figura que es sombra producida por el reflector, de la bola disco en el techo iluminando intermitente nuestro baile, nuestras vidas.
Luego, al contrario de lo que se esperaría, no sobreviene el silencio sino el eco. Aún hoy podemos escuchar los sonidos de ese día, y podemos ver partes del concierto debido a un documental hecho para narrar lo que es la separación desde la óptica del mismo Murphy.
Más que eso, no importa el tiempo que pase, siempre podremos sentir, interpretar, darle sentido a esos sonidos: that’s how it starts… Y en esto, debo decirlo, LCD Soundsystem es la razón por la cual esta columna tiene su nombre; la interpretación del suceso, del instante en que se dice “Esto está pasando” es como empieza, desde mi punto de vista, la estética del sonido, estética de lo que pasa sólo en el tiempo que es audible.
En el transcurso de la noche del 2 de abril de 2011 hubo un momento en que Win Butler –vocalista de Arcade Fire, invitado para hacer coros durante North American Scum- gritó: “Shut up and play the hits”; y tenía razón, para qué desperdiciar tiempo hablando si todo lo que debía ser dicho estaba en la música.