El Museo del Premio Nobel

Una crónica sobre el Museo Nobel por Javier Claure C. La directiva cada año hace llegar una carta a las personas que han sido condecoradas con el premio para preguntar si pueden donar un objeto de su pertenencia, entre otros objetos se encuentran la bicicleta de Amartya Sen y un hipopótamo de madera de Vargas Llosa.

Museo Nobel. Fotografía de Holger Ellgaard

Palestina crucificada

Javier Claure escribe un poema y hace un llamado: El pueblo palestino no puede ser el sacrificio de la humanidad.

Fotografía de Ahmed Abu Hameeda a través de Unsplash

El agridulce sabor del exilio

Javier Claure escribe sobre este concepto: visto como fenómeno psicosocial, implica alegrías, viajes, progresos, pero también vivir lejos del entorno social en el que uno se ha criado. Conlleva estar expuesto al racismo, al fracaso, a la soledad. A veces, cuando uno vuelve a su país de origen, se siente extranjero en su propio entorno.

Fotografía de Julie Ricard a través de Unsplash

La inclusión hace la fuerza

El albinismo es una condición genética, sin embargo, en algunas regiones de África, algunos chamanes creen que los albinos son piezas perfectas para la brujería. Javier Claure escribe sobre “Bajo el Mismo Sol”, una ONG que defienden los derechos de las personas albinas.

Fotografía de Santiago Gomez a través de Unsplash

Rasputín adoraba a los dioses del placer y la pasión

Se dice que tenía dos personalidades. Por un lado, era un hombre santo, curandero de enfermedades y se mostraba como un dios ante la familia imperial. Por otro, era alcohólico y seducía a las damas de la alta sociedad rusa para que participaran en orgías.

Rasputín en 1916