Somos el aviso del cuerpo y también el abandono al que lo sometemos. Pudiendo convertirnos en personas expertas de la escucha del cuerpo, solemos trabajar en ser expertas para enmudecerlo, ensordecerlo, sometiéndonos al sometimiento que ya estaba mucho antes de que nosotras llegáramos. El cuerpo traduce, grita, lo agradezco. Por Fabiola Arellano