Por Alberto Jorge Zárate Ramos.
Pasan los días y vemos como nuestra sociedad se vuelve cada vez un nodo social más complejo, y sin embargo sus intrincadas redes, a pesar de sus cercanías, se vuelven cada vez más lejanas y solitarias, cada quien piensa en sí mismo para su bienestar y su espacio, cada vez somos más egoístas.
Hace poco realicé un viaje a la sierra norte de Puebla, me he metido cerca de Zacapoaxtla y llegué a un lugar que se conoce como Zaragoza, lugar con simbolismos ferrocarrileros que van desde un escudo de bienvenida en la casa de los vecinos, a un ferrocarril varado o la estación que funciona como punto de reunión. Me he metido entre sus montañas y llegado a un lugar que se llama Jilocotepec, un pueblo pequeño con escasas casas y un centro vacacional de no más de cien metros. Al llegar a este rincón alcé la vista y vi a lo lejos la escuela, su escuela que se encuentra en el cerro y a los pies del mismo, las casas de los que seguramente son sus alumnos… ¿habrá algunos que vengan de más lejos?
Sin ninguna duda debe de ser así, la educación es la única herramienta que nos puede ayudar a salir adelante, a pequeños y adultos, sin embargo, es la educación una de las áreas más castigadas en nuestro país. Simplemente vemos cómo en la ciudad existe gran cantidad de jóvenes que teniendo las escuelas o centros de “educación” tan cerca la desaprovechan, y vemos cómo en lugares tan alejados, los niños de la Sierra van con hambre a aprender, y sigue siendo la constante: no todos van o no todos pueden ir.
¿En algún momento este panorama será diferente en nuestro país? La educación no solo es de la escuela, comienza en la casa y muchos de nosotros simplemente no sabemos educar en casa, entonces ¿cómo esperamos que seamos educados en las aulas?
La imagen nuestra de cada día se fue a la Sierra y trae esta postal de la educación donde muchos quieren, pero por diversas situaciones, no pueden.