Seis poemas de Carlos Reyes Ávila
Poesía | Carlos Reyes Ávila comparte seis poemas de "Claridad en sombra", poemario ganador del Premio Nacional de Poesía Tijuana en 2003.
Poesía | Carlos Reyes Ávila comparte seis poemas de "Claridad en sombra", poemario ganador del Premio Nacional de Poesía Tijuana en 2003.
Por Carlos Reyes Ávila
Torreón, Coahuila, 27 de noviembre de 2020 [01:25 GMT-5] (Neotraba)
Los siguiente poemas forman parte del libro: CLARIDAD EN SOMBRA, Premio Nacional de Poesía Tijuana, 2003.
Anhelada luz simiente, manantial de dicha, sombra amiga de todas mis tardes. Un pájaro cruza el canto de los días como si se tratara de tu cuerpo, miro tu ombligo para conocer la aurora y me envuelvo en el sonar de un río que desciende por tus senos. Ah, la luz se asoma por tus pliegues La mañana anuncia tiempos de esperanza.
Exudan salmos y proverbios de su amante piel Ella ha nacido para fecundar el alba y en su beso labra los augurios de los campos. El sol crece en su sonrisa. Las hojas de los árboles pronuncian su nombre. Dos espinas son sus ojos en que sangra mi ternura. ¿Nacerá la aurora a la orilla de su canto?
y una mariposa alza el vuelo: La mañana hace nido en su nombre. A la orilla de su voz se detiene un pájaro a cantar porque en su cuerpo se consagran las edades y se enlazan los jardines. Hago un hueco con mis manos y le guardo sus deseos. Tiembla la luz al verse desnuda en los ojos de Dalila.
si no puedo abrir a mordiscos tu sudor, si encajando el diente no puedo en tu sangre tatuar mi nombre. Que me quede ciego, Dalila si al levantar tu vestido no hago crecer la mañana, si tocando tu piel no logro encenderte el pensamiento. Hoy hablé con tu cuerpo y por fin supe mi nombre. Dibujé tu ombligo en la bandera de mis sueños y bajo tu corpiño encontré hermosos caracoles. Le pregunté a tu cuerpo por el origen de mis deseos y me recitó un versículo del Eclesiastés: “Todos los ríos van al mar y el mar nunca se llena” Así es la Bienamada
Los nombres son los ejes sobre los que reposa el mundo. Columnas transparentes a la orilla de las horas. Espejos de ciudades: claridad redonda Siglos envueltos en llamas: tigres que se desgajan ¿Las horas tienen rostro o es sólo el nombre delineándose? Presencias circulares van directo a la memoria y levantan la arquitectura de la ciudad pero más allá de los jardines la identidad celebra su danza puntual donde se deshojan pájaros y las ventanas enamoran sonámbulos relámpagos. Una fuente se desangra es el sol con sus uñas largas es el diluvio del silencio mostrándonos el envés de las palabras.
A veces la lluvia vive entre mis labios a veces el sol nace entre mis muslos: en la alquimia de los días desbordo las pasiones de los credos y con mi piel envuelvo el deseo de los hombres. En el regazo de la santidad un viento ácimo me esculpe, a mí, María, la judía amante de la vida, de su lado oscuro. Yo que vengo a levantar incendios para forjar crepúsculos Yo que he tendido mi vida sobre los abismos del anonimato yo que he corrido en dirección contraria a las edades sin temer las culpas del engaño Yo, María, sí, la judía la que de cerca conocieron sólo unos cuantos mientras todos me nombraban. Aquella a la que desearon en las horas frágiles aquellos mismos que me condenaron a vivir en la anónima sociedad de los sueños Sí, yo, la primera gran Maga de la noche la poseedora de las esferas cósmicas. Yo que fui cada mujer acariciada por el viento de las aves mudas. María de día o de noche, judía por las oblaciones, me despido llevándome entre los labios este oscuro amanecer.
Sobre el poeta:
Carlos Reyes Ávila. 1976. Autor de 7 poemarios, 2 novelas y un libro de cuentos. Premio Nacional de Poesía Tijuana 2003 y Premio Binacional de Novela Joven, Frontera de Palabras-Border of words, 2009.