Por Rosario Valcárcel.
La pasada noche del martes 19 de junio, tuvo lugar en el Gabinete Literario de Las Palmas de Gran Canaria, la presentación de la última novela de Rosario Valcárcel.
Palabras de la autora:
“Moby Dick en Las Canteras Beach” narra una importanteépoca de lavida de estas islas, y de los protagonistas. Recuerdos que se entrecruzan para conseguir una novela basada en un hecho histórico como fue el rodaje de la película Moby Dick en los años 54.55. Y aun cuando se pueda decir que ya se ha escrito casi todo, esta tiene la particularidad de estar dirigida a los adolescentes, de todas las edades. La particularidad de haber recogido las voces de los protagonistas, tanto actores como isleños que intervinieron de alguna forma en el rodaje de la película.
Moby Dick en Las Canteras Beach es una novela elaborada con un tratamiento literario, con hechos documentados que funciona a través de la propia novela de Melville, mediante pequeños episodios que se van intercalando en la propia narración y a través de un narrador- protagonista, una adolescente llamada María Teresa que nos va acompañado y presentando a los artistas de Hollywood y a los protagonistas canarios que intervinieron en el rodaje. Nos va ayudando a entender como era la isla en aquellos años.
Quise escribir este libro a modo de testimonio o quizás porque me apetecía retroceder en la historia, contar y revivir todas aquellas anécdotas que sucedieron durante la realización del rodaje en Gran Canaria. Y tuve la suerte de encontrar dos personas que me han ayudado mucho en este objetivo, de no sentirme sola en el camino. Por una parte Luis Roca me facilitó su trabajo “Salvar La Memoria Moby Dick y Tirma”, las voces de muchos de los protagonistas. Y por otra fue Andrés Padrón quien me cedió fotos de su colección privada, instantáneas que ilustran el libro y que me han permitido describir la presencia física, el misterio, poder definir lo desconocido, atravesar el escenario.
O quizás quise escribir este libro, porque cada día soy más consciente de que la vida y los recuerdos son una interminable sucesión de momentos, de rutinas que pasan tan rápido que se nos escapan que se pierden en las memorias.
Así durante un tiempo me he sumergido en el mundo apasionante de los platós, de las aguas del Confital, de nuestras aguas de Las Canteras. Me he sumergido en los rincones y las esquinas del Puerto de La Luz, en los Astilleros, en la compañía carbonera que pertenecía a la Casa Miller donde se construyó el armazón de la gran Ballena Blanca Y he escuchado a uno de los operarios, a Juan Socorro, decir el día de la terminación de la maqueta que le parecía de verdad como si fuese de carne y hueso. He disfrutado con la llegada de los artistas al aeropuerto, con la llegada del hidroavión, con el bautizo de Moby Dick. He escuchado anécdotas como las de las gaviotas o el día que se echaron a volar al mar unos dólares en una partida de póker y unos de los canarios que trabajaba en el film los recupero. He escuchado el bullicio del Juan Pérez y del Hotel Madrid.
He escuchado los ruidos y los silencios de Moby Dick. Un personaje especial, un personaje del mundo de la ficción pero que a medida que me iba acercando a ella iba comprendiendo lo hermoso de la diversidad y lo pequeño que somos los humanos en comparación con otros seres vivos. Me he detenido en sus emociones ingenuas y he observado su expresión bondadosa, y me ha llegado a la memoria la serenidad de su mirada el latir de su corazón, aquel candor tan infantil que emanaba de ella desde la primera vez que la vi.
He intentado transmitir la magia de un personaje especial. Un personaje del mundo de la ficción que se vuelve tan real como la propia realidad. Que sufre por las injusticias por la que fue creada, que no entendía el por qué el destino disponía de ella a su antojo, el por qué tenía que interpretar a aquel chacalote malvado de Melville. Un personaje que siente una gran soledad y una necesidad de comunicación. Una ballena que a diferencia de la de nuestro escritor americano no hay lugar en ella para la maldad porque la bondad lo ocupa todo.