Donde No Hay Dios.

Por Edith Arias Pablo (@aripa2000)

Infierno. Según la doctrina cristiana, es el lugar donde los condenados sufren después de la muerte a manera de castigo eterno. Por otra parte, en algunas mitologías y religiones no cristianas, es el lugar donde están los muertos.

Sin importar religión, cuando se escucha la palabra “infierno” se relaciona con un lugar debajo de la tierra donde se hallan los muertos. Y, sobre todo, se está privado en su totalidad de Dios.

Cuando tenía doce años, mi papá me regaló La Divina Comedia de Dante Alighieri. Un gran libro que honestamente no entendí y me confundió un poco, motivo por el cual suspendí su lectura. En ese libro, se habla de los círculos del infierno de acuerdo a los pecados capitales, y también se trata al purgatorio y al paraíso.

Hace unos meses en la Preparatoria Emiliano Zapata se llevó a cabo la presentación de Colección Extra(e)ditados, donde Omar Delgado nos habló de su libro Donde No Hay Dios, mismo libro que por su título y el discurso de Delgado llamo mi atención.

Se trata de una compilación de diversos cuentos. En ellos habla de diferentes épocas, diferentes personajes, historias y lugares, que desde mi perspectiva, no tienen otra relación más que reflejar un escenario en donde los personajes se enfrentan a situaciones sin Dios.

Delgado juega con nuestra creencia en el infierno, puesto que en algunos cuentos lo muestra como el lugar donde dios no es si quiera alguien posible de mencionar o recordar, mientras que en otros es la maldad del hombre o las experiencias que destrozan el alma.

Asimismo, nos invita inconscientemente a la reflexión de que si en verdad el infierno está después de la vida, o está en este mundo.

Lo que sí es seguro es que es un libro digno de nuestra atención, no solo por la filosofía interna que tienen los textos, sino por la forma en que el autor rompe con algunos de nuestros paradigmas respecto a la vida después de la muerte.

Edith: Eres un angelito que cayó entre las llamas de este infierno. ¡Disfrútalo!

Agradezco a Omar Delgado la dedicatoria con la que firmó el libro para mí, pues en verdad disfruté cada una de las oraciones que forman las páginas del libro.