Por Rosario Valcárcel
” Yo, no más que el balsero
hijo de mi padre,
hijo también de estas islas
acostumbradas a la emigración
donde unos piensan sólo en trabajar
mientras para otros no existe la razón suficiente.
Confieso que todo depende de repicar campanas por el pecho,
el repicar de campanas y los dedos largos de la noche
que se afanan por desconocerlo…,”Confesiones del balsero, Juan Calero.
Se suele decir que la poesía es un género minoritario, que nadie lee poesía, que está casi en los límites de deshumanizarse… Quizás sea porque la poesía exige un esfuerzo de comprensión o porque somos muy cómodos.
Y tal vez tengan razón, pero hoy la poesía es el género que más satisfacciones ofrece, así podemos ver como últimamente se ha creado una simbiosis entre pintura y poesía, entre música y poesía.., y como se ha puesto de moda entre diseñadores como Ágatha Ruiz de la Prada o Jesús del Pozo, que visten de poesía sus telas, plasman en sus lienzos poemas de autores de Juan Gelmán, de Neruda… Han conseguido que conviva el diálogo moda y literatura.
Y jóvenes y no tan jóvenes se dan cuenta que escribir poesía nos permite desarrollar la creatividad, compartir deseos y emociones, necesidades y sueños. Llegar a la belleza a través de los sentidos. Y se lanzan a deletrear palabras, a escribir poemas en las redes sociales con un ritmo vertiginoso. Casi a ciegas nos entregan pedazos de emociones, se promueven a través de ella. Se reúnen para recitar poemas en museos, pubs, en casas particulares.
Por eso al leer el curriculum del poeta que hoy presentamos, Juan Calero, y ver que ha obtenido premios y reconocimientos en Varadero y en la Habana, en Cuba. En Tenerife, en La Palma, en Las Palmas, en Madrid y en Miami, EEUU. Sin olvidar que el pasado año fue incluido en ocho antologías en lugares tan distantes como Argentina o Estados Unidos, he comprendido que el mundo se ha empequeñecido, que los caminos se han cruzado y que las distancias ya no existen.
Juan Calero Rodríguez es un canario-cubano. Un ser al que le gusta ser feliz, celebrar la vida, tomarse las cosas con calma, tener tiempo para observar, para enlazar lo material con lo espiritual, para enfrentarse a la realidad cotidiana y enhebrar los hilos invisibles de la poesía con los dramas íntimos y cercanos, con los balseros que arriesgan su vida por vivir en libertad, con las evocaciones, con todo lo que palpita.
En el 2007 publica un poemario titulado “Palabras del balsero”. Un homenaje a los emigrantes que como luces que se esconden, cruzan nuestro océano. Esas historias que conocemos y que no son como las conocemos. Son terriblemente peores. Por eso Calero en el poemario que hoy presentamos “Bajo los portales del Niágara” ha querido incluir el poema “Confesiones de un balsero” seguir la huella, erigirse como testigo. Y para ello se sitúa entre el lirismo trágico y el presente de los pueblos que emigran. Con la carga poética de la huida, del viaje.
He aquí el reverso del agua, la corriente.
He aquí la oscuridad murmurante
encharcada, inconmensurable, inconmovible.
El grito extenso y lleno de sed viaja por ciudades remotas…
“Bajo los portales del Niágara” nos ofrece también la temática de lo íntimo, la languidez del gozo, lo erótico, lo placentero, sin olvidar la atmósfera de ritual festivo como el poema “El vino, la sangre de la fiesta”.
…Ordena el timple desatar las cuerdas.
Sobre el jolgorio se arma la parranda
Todos súbditos del canto alegre
Pámpanos y sarmientos se agregan a la cepa
Y cualquier picoteo es el mejor manjar…
Convoca también Juan Calero el poder de seducción, la vida, el erotismo, los cuerpos que se entregan a la orgía del placer y decide experimentar con sus sentimientos, envolvernos en sus arrebatados goces como en este poema titulado Mañanero
….La humedad de tu ciénaga evoca los exordios mejor guardados
Y absorbo toda la frescura de la mañana que penetra
Entre los balaustres de la ventana
Envuelta con el ir y venir de locos retozos al viento…
Algunas veces nuestro poeta emerge de sus raíces, de su pasado. Expresa el sentimiento de la infancia, del retorno. Y lo hace con visiones fugaces de su mundo intenso, de su mundo conmovedor y crea un diálogo con el tiempo, un reencuentro con el pasado como el poema titulado: Nostalgias:
Hoy he vuelto a lo que fue mi casa/ Pero no pude entrar. / Está llena de recuerdos. /A las puertas está mi país, / mi ciudad, mi pueblo, mi vida, mi mundo/ Sin poderlos habitar./ Ya no me pertenecen./
Juan Calero Nació en Guanajay, La Habana, Cuba. Su formación ha discurrido por las ramas técnicas pero pronto se plantea el conflicto del arte en la vida, narrativa y poesía. Pintura, caricatura y diseño gráfico, llegando a exponer en algunas salas de la capital cubana. Alterna la prosa y el verso. Es fundador y presidente de la Agrupación Cultural ARTEnaciente, que con el grupo de teatro se han presentado por toda La Palma, Tenerife y Sevilla. Y hoy forma parte del proyecto cinematográfico “Leocricia, la poetisa blanca” que encarna a la figura de la poeta Leocricia Pestana Fierro nacida en la isla de La Palma.
Los versos de Juan Calero destilan el encanto, la imagen de las islas familiares situada en un mapa entre islas. Y otra isla que parece enigmática desde lejos, pero que es concreta y bienhechora si se contempla y se percibe desde cerca.
De niño, soñaba con una isla, / pero no conocía ninguna otra más que la mía. / Quise inventarla, como todos, romper mañanas, / sin prisas, allá, como todos donde bordan el firmamento. /Es culpa de la noche, / del dueño, del mañana….
“Bajo los portales del Niágara” es un poemario con tildes barroco que condensa con intensidad una poesía auténtica, escrita por una mente sensible. Un poemario que explora las relaciones humanas, el mundo que lo rodea.
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