Por Óscar Alarcón
Cachetadas en las Nalgas, De a Perrito y Diario de un Pendejo, son títulos que buscan provocar. Ese es Fernando Nachón.
Lo conocí a través del facebook. Un par de pláticas bastaron para darme cuenta de la furia y el enojo que este escritor trae atorados.
Pero no es mera queja fácil.
Va más allá de las simples molestias de una persona a la que le gusta detallar la realidad que lo circunda. En Cachetadas en las Nalgas (Fontamara, 2009), Fernando Nachón parece exponer lo que un escritor forjado en el siglo XX tiene que decirnos al arribar al siglo XXI, como si se hubiese encontrado en una etapa de criogénesis y al despertar una nueva realidad se acaba de inventar.
En un principio pensé que se trataba de un libro de cuentos eróticos. Quizá el nombre me llevó a pensar que me encontraba ante una serie de aventuras entre sábanas. Falso. Aunque sí hay cachondeo.
El título es una simple provocación para adentrarnos a lo que Nachón tiene que decirnos: “que este país se maneja con las nalgas”, Molotov dixit. Aunque eso ya lo sabíamos, y tal vez por eso necesitemos un buen par de sopapos para despertar.
Desde los viajes con hongos hasta la corrupción, las historias que Fernando Nachón presenta son temas añejos en la literatura mexicana. Es un libro escrito con mucha fuerza vital, en donde el tiempo parece haber sido detenido. De ahí mi impresión sobre la criogénesis de Nachón, como si lo hubiesen congelado en 1971 y lo despertaran en 2012, y así asistimos al descubrimiento de la PC y de Windows por parte de un narrador al que parece temerle a la tecnología y al juego de palabras:
“— ¿Motorola? —que nombre tan burdo.
— ¡Un Nokia!
— Es para nacos.
— Un Alcatel.
— Brilla demasiado el teclado y te deja ciego.
— Además brilla en un azul muy naco —dijo otro.
— Un LG.
— No quiero una lavadora, quiero un teléfono móvil.
Con tantas marcas, ya no importaba quien de los tres hablase.
— ¡Un Panasonic!
— Un Siemens.
— Cualquiera, menos uno que se llame Motorola.”
El de Nachón es un intento por alzar la voz en la pleamar en el que se ha convertido la literatura. Es la oportunidad para dejarnos arrastrar por un título provocador, que nos hará esbozar una sonrisa.
Y también, quizá, compartamos su punto de vista.