Por Luis León Barreto
Blas Sánchez, Hijo Predilecto de Gran Canaria, es un músico incesante. Tras su estancia en Madrid vivió 40 años en Francia. Daba clases a cambio de comida, y trabó amistad con Julio Viera y con Jascha Heifetz, con quien interpreta en Tel Aviv, 1960, el concierto para dos violines en Re de J.S. Bach. En París conoció a Cortázar, Carpentier, Alberti y Pablo Neruda, con quien dio varios recitales, acompañándolo en la lectura de sus poemas. A él dedicó sus Salmos a Neruda y materializa la construcción de un nuevo instrumento, “guitarrarpa”, con 13 cuerdas.
Entre sus obras para este instrumento figuran Archipiélago imaginarios, Fantasía para un hombre solo, Comunicaciones, con orquesta de cámara y percusión y el Concierto para un Faycán, para guitarrarpa y orquesta. Ocupó sus años de París entre clases, animaciones musicales, conciertos e investigaciones. Fundó un conjunto guitarrístico, el Cercle Guitaristique de L’Ile de France, que actuaba en el festival anual de Normandía, y en los años 80 crea el Guitar Consort con sus alumnos más aventajados.
Buscando otros lenguajes y otras sonoridades nacieron obras como Magma, para barítono y pequeña orquesta, estrenada en París con pinturas de Ildefonso Aguilar, Murmullos de un volcán y Le Canarien, para orquesta de cuerdas, violín solo, barítono, coral, recitantes y percusión.
Al volver a la isla, en la sede de su fundación, en Ingenio, Gran Canaria, en la propia casa que compartía con Pascale Allioli siguió difundiendo su arte entre numerosos alumnos, muchos de ellos niños y adolescentes. La Fundación se convirtió en un centro de encuentros culturales, celebra mensualmente veladas poético-musicales, que reúnen a escritores y músicos. Con la ayuda de sus cuatro hijos habilitó la nueva sede de la entidad, inaugurada el pasado 28 de octubre en la calle Cervantes 18. Aquel día se celebró el 67 Viernes de la Poesía y de la Música ante más de cien asistentes, con homenaje a la destacada escritora Pepa Aurora y exposición del pintor Emilio Almogarena.
Allí se propone instalar un museo con sus ochenta instrumentos de cuerda, el piano que perteneció a Camille Saint-Saëns y sus propias esculturas. Blas Sánchez es de mente bohemia e inquieta, ejerce su generoso magisterio en todo el sureste.
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