Confesiones descaradas de un librero
¿Cómo obtienen los libreros de viejo las piezas que habrán de vender? Sergio Núñez lo cuenta en esta columna.
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¿Cómo obtienen los libreros de viejo las piezas que habrán de vender? Sergio Núñez lo cuenta en esta columna.
Por Sergio Núñez
Ciudad de México, 10 de enero de 2025 (Neotraba)
Todas las fotografías aparecen por cortesía de Sergio Núñez
Es normal que los libreros de viejo hablemos entre nosotros sobre las piezas adquiridas y en ocasiones divulgar el precio en que se vendieron, es una reafirmación de lo que se puede adquirir, de lo que se sabe y de demostrar el poder de convencimiento con los clientes, pero nadie declara en cómo se consiguen esas piezas, ni en cuanto se compran. He decidido declarar abiertamente algunas ocasiones en que nos hemos beneficiado de los dueños de excelentes bibliotecas, lo que nos ha ayudado a crecer en el negocio del libro viejo en México:
2. De las primeras bibliotecas que adquirimos, hace como 11 años, en el Pedregal de San Ángel nos ofrecieron una biblioteca de más de dos mil ejemplares, mientras la revisamos veíamos pura cháchara, término que ocupamos en el gremio para denominar a los libros de poca valía, pero noté un título peculiar, la primera edición de Muerte sin fin de José Gorostiza, lo tomé sin llamar la atención y noté que estaba firmado por el autor, ¿saben lo difícil que es hallar un libro firmado por el poeta mexicano?, la consigna de la poseedora de la biblioteca era llevarse todo y no escoger, ofrecimos dos mil pesos por todo argumentando que no valía la pena tanto esfuerzo por la poca ganancia, obviamente no aceptó pero nos pidió que le recomendáramos a un librero serio que llevara años en el negocio, normalmente la gente se imagina al librero de viejo como a un hombre maduro, de barba que le explicará la importancia del lote y hará anotaciones prudentes del contenido y de cómo el escritor vivió, etc. En esos momentos se nos ocurrió darle el número del mejor librero del país, un hombre especializado en grandes obras, con el conocimiento y el capital necesario para ofrecer lo justo por la colección. El mejor librero del país en realidad era nuestro trabajador, un hombre maduro, bohemio, dado a la buena plática, de carácter histriónico y un poco desalineado, por lo que le explicamos el plan y lo tuneamos: le compramos un bonito traje, lo llevamos al peluquero y le buscamos un bello sombrero Panamá, a los dos días acudió a ver la biblioteca, lo llevamos casi a la puerta, lo hizo perfecto: señora. ¿para esto me llama, para esto me hizo venir? He perdido mi tiempo, esta biblioteca no vale ni dos mil pesos y sinceramente no merece mi esfuerzo, si alguien se atreve a adquirirla debería aceptar de inmediato, me retiro. Seguíamos afuera del domicilio cuando a los diez minutos nos marcó la dueña aceptando la oferta, al siguiente día recogimos la biblioteca, la venta de esa pieza clave en la historia de la poesía mexicana en México nos dio diez veces la inversión y tuvimos 2,999 libros más para negociar y hacer crecer la empresa.
3. Hace unos diez años con la intención de comprar un lote de libros visitamos, en Chimalistac, a una amiga y vecina de Elenita Poniatowska, esto lo sabemos porque fue el tema de conversación en todo momento. Revisando los libros que tenía apilados en el piso de un angosto pasillo, observamos, tesis, copias, periódicos, libros escolares y uno que otro título de ínfimo valor, estábamos a nada de dar las gracias y retirarnos con las manos vacías cuando apareció, debajo de una pila de revistas Quien, un ejemplar bellamente encuadernado en piel, era una primera edición del Premio Nobel chileno, Pablo Neruda dedicado a la autora de La Noche de Tlatelolco escrito con la característica tinta verde, de alguna vez que se encontraron en un avión. Ofertamos por el lote escondiendo el libro entre periódicos, ofertamos poco y la señora fue dura en el trato, finalmente dimos mil quinientos pesos. Fuimos directamente al centro de reciclaje a vender todo, excepto la pieza que ahora reposa en uno de los estantes de un coleccionista estadounidense.
Después de lo dicho, debo aclarar que han sido momentos afortunados después de más de doce años de adquirir bibliotecas diariamente, poco más de seis mil domicilios visitados, donde siempre se llega a un acuerdo de ambas partes, unas desfavorables y otras en las que la suerte nos sonríe.
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Qué buen texto y qué buenas fotos, Sergio.
Abrazo.