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Por Luis Dinorín

Puebla, México, 7 de octubre de 2022 (Neotraba)

Hace unos días me encontré con el periodista poblano Moisés Ramos Rodríguez y me recordó que tengo pendiente una serie de entrevistas con músicos poblanos, cuyo último fin es un libro.

“Voy a reunirme con Carlos Arellano el sábado, un poco antes de su participación en el concierto del cubano Karel García”. Éste último abrió al menos uno de los conciertos de Silvio Rodríguez en México.

La cita estaba pactada para las 5 de la tarde, en un café del Centro Histórico, pero los encontré mirando la Fuente de San Miguel, charlando uno a uno como los buenos amigos que son.

Saludo de mano a Carlos Arellano que viene vestido de chamarra y pantalón de mezclilla azul. Le abrazo efusivamente y le explico que no puedo dejar pasar más tiempo para entrevistarlo, porque el objetivo final es un libro.

Moisés Ramos tiene que irse. Se despide de Carlos y le dice: “Te dejo con Luis, ahí te lo encargo”. Tengo a Carlos Arellano por aproximadamente 15 minutos solo para mí, antes de que vuelva a pensar en el concierto de Karel García.


¿Evidentemente eres un Carlos Arellano distinto al de los 70’, 90’ e incluso un Carlos distinto después de tu homenaje por los 30 años de carrera y un Carlos después de una pandemia?

Pues mira, he sido distinto evidentemente no solo por edad, sino por lo que me sucedía.

En los 70’ hice mi primer grupo de rock. Me sumé a ese movimiento que le llamaron de Música Folclórica Latinoamericana y de la Nueva Canción. En los 80’ regreso al rock con Tierra Baldía y es a partir de los 80’ que me animo a sacar mis propias canciones.

Ahora y debido a los muchos años que lleva en esto de hacer canciones y a lo mucho que ha recorrido el país, explica Carlos Arellano, es relativamente “sencillo llenar su agenda”.

“Es decir, ahora, me llaman y si no me llaman yo llamo y eso relativamente da una presencia nacional. Ahora, también está claro que muchas de esas presentaciones son de distinto tamaño. Hay lugares pequeñitos donde toco, con poca gente; a veces en festivales, en foros más grandes. Entonces, tampoco quiero decir que con esto todo está resuelto o que estoy en una posición cómoda. Hay que seguir picando piedra y peleando muchos otros lugares”.

El de los 70’ era un Carlos en formación y asimilando muchas músicas. En los 80’ fue el regreso de Carlos Arellano al rock y como ejecutante de guitarra. Y el de los 2000 fue un Carlos Arellano afianzando un papel como músico, compositor a nivel nacional, pero “Básicamente independiente”.

Porque subraya el cantautor, la música se puede medir. Hay una música comercial, lo cual no quiere decir que esa música siempre sea mala. Y entonces, Carlos Arellano, recuerda entre una sonrisa a algunas bandas que en su momento “dieron el madrazo a lo masivo”, refiriéndose como un buen ejemplo a Café Tacuba y Caifanes.

Sin embargo, Carlos Arellano reconoce con humildad, que ha jugado un gran papel junto con muchos otros compañeros desde el lado independiente.

Carlos Arellano. Foto de Peko
Carlos Arellano. Foto de Peko

La breve charla nos lleva a hablar de Rockdrigo González y Arellano, responde que, aunque no lo conoció en persona, sí fue en 1984 cuando en el mercado del Chopo, el propio Carlos, compró el disco “Urbanhistorias” y esa afinidad por el que hacer de Rockdrigo, hizo que más adelante, el movimiento de “Los Rupestres” cobijara el trabajo del joven Carlos.

Me acerco cuidadosamente a la vida personal del cantautor y le aseguro que le caché la mentira de siempre, salir huyendo temprano de los “toquines” por falta de sueño. Y con cariño le pregunto de su relación con el arte culinario de la panadería. Tema al que, sin duda, ha dedicado canciones.

“De adolescente siempre me gustó hacer postres. Especialmente panes dulces, panqués, pasteles. La vida de repente me relaciona con una hija de panadero. Aleida es hija de panadero. En el ‘84 Aleida y yo nos vamos a España durante ocho meses y regresamos sin un quinto, sin nada. Es decir, todo el 85-86 fui panadero profesional. En mis ratos libres componía y eventualmente cantaba”. En la actualidad, Carlos Arellano tiene 5 años alejado del oficio, pero sin dejar de hacer de pronto un pan para consumo en su casa.

Carlos Arellano. Foto de Pablo Spencer
Carlos Arellano. Foto de Pablo Spencer

La siguiente pregunta, casi obligada en este intento de lograr una entrevista íntima con el gran Carlos Arellano es preguntarle por su esposa Aleida, a quien también ha dedicado canciones.

“Es la mujer clave, central de mi vida. Nos conocimos en 1976, Aleida, ha cruzado la mayor parte de mi vida, sentimental, afectiva”, declara el compositor.

Me salgo de la vida personal del autor con la idea de volver a encontrarlo y preguntarle por sus amigos y sus hijos, otros de los temas más íntimos y reflejados en sus canciones. Quienes lo seguimos, sabemos que “Un poco de él” está dedicado a uno de sus hijos. Y la canción “María Eugenia” a una de sus entrañables amistades.

Y ahora, interrogo al autor de grandes temas como: “Nunca dejaré que te vayas”, “Nada en su sitio”, “Tomando Café” y “No me hagas caso” entre muchos otros, sobre los foros nacionales en los que se ha presentado recientemente como el Chopo, en Ciudad de México o el Multiforo Alicia, entre otros.

“Hay muchos foros que son de la canción independiente. Uno de ellos es el Alicia. El Alicia es el foro por antonomasia del rock independiente en México. Cuando digo Rock, el Rock con todas las corrientes tan diversas que ahora hay. Ese ha sido mi lugar desde hace 27 años. El Alicia es mi casa”.

Y entonces, Carlos confiesa que lo que se puede parecer a dicho foro nacional a nivel local, en Puebla para él, sucede en foros como el Karuzo, que lleva otro de los buenos amigos de Arellano, el también cantautor independiente Arturo Muñoz “Carcará”.

Carlos Arellano. Foto de Peko
Carlos Arellano. Foto de Peko

Finalmente, le pregunto al cantautor sobre el panorama actual de la canción independiente a nivel nacional y local y sin más, amablemente responde:

“La canción todo el tiempo está en movimiento, se está moviendo y se cruza por muchos caminos. Es decir, todo el tiempo descubro a la gente joven y cada vez menos prejuiciosa de su propia canción. Así vengan del blues quieren hacer bolero, coquetean con el rap, con el hiphop. Entonces, en general, la canción tiende a estar cruzada por las otras músicas.

“Puebla tiene grandes compositores. Hay generaciones que están saliendo, desde los que hacen trova, rock. Creo que hay mucho todavía por donde ha de llegar la canción. Además, la canción se da por cuestiones naturales, por los que no hay una razón por los que la canción en Puebla deje de existir”.

El compositor agradece, valora y festeja que “Los jóvenes compositores, se van dando cuenta que de su canción tienen que hacer empresa y eso los hace más organizados. En mi generación éramos más deschavetados y por tanto más desorganizados”.

Para el autor, la diferencia entre la nueva y su generación es “que nunca entendimos nuestra obra, nuestro que hacer como una empresa formal”.

También celebró que los compositores cuiden cada vez más los detalles, usen cada vez mejores micrófonos, guitarras, pedales y hasta cuiden su imagen personal, entre muchos etcéteras que incluye el manejo de sus redes sociales. “Son muchos detalles que, a muchos de nosotros, hasta a mí, nos valían madre”.

Carlos Arellano no se fue sin recomendar al público, a los lectores a crecer y consumir las producciones de los artistas locales al recordar que, sin público, los espacios, ensayos, foros y artistas, de poco valen.


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