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Theodor Adorno. Imagen cortesía de Andrea González.
Theodor Adorno. Imagen cortesía de Andrea González.

Por Andrea González.

Una de las polémicas que se ha generado a la par del desarrollo económico es la relación dialéctica entre humanismo y técnica. Theodor Adorno elaboró un análisis sobre esta relación en una conferencia pronunciada con ocasión del Dies Academicus de la Escuela Técnica Superior de Karlsruhe. Sin embargo, ante el desarrollo de una sociedad altamente globalizada, en la cual el conocimiento, la información y la tecnología son preponderantes resulta necesario elaborar una crítica a este análisis.

En primer lugar, Adorno sostiene que el que la técnica y la sociedad se identifiquen y a la vez aparezcan como separadas por un abismo es testimonio de una situación social en última instancia irracional. Resulta provechoso retomar esta tesis, ya que la técnica no puede ser analizada per se, sino que es necesario estudiarla como un producto social, y como factor de lo social, lo que resulta fundamental para un verdadero análisis sociológico.

 Por otra parte, el problema de la división del trabajo, en el área del conocimiento es enmarcado por Adorno cuando afirma que asociar automáticamente cultura y humanismo con determinadas profesiones y con conocimientos especializados indica que las cosas no andan claras. Esta tesis resulta importante por el hecho de vivir en la sociedad del conocimiento, ya que de acuerdo con Heidenreich se resalta la creciente importancia de los procesos educativos y formativos. Así tenemos dos posturas antitéticas, elaboradas en contextos diferentes, vale decir que el argumento sostenido por Adorno no resulta suficiente en tanto está descontextualizado, ya que en la actualidad resulta necesario que el humanismo sea analizado por la especialización. Si bien la postura de Adorno resulta un esfuerzo para que todas las áreas de estudio se interesen por el humanismo, en la actualidad deviene disfuncional.

Ante la deshumanización que se vive a la luz del progreso tecnológico se han iniciado diferentes debates, tales como el referente a la necesidad de frenar el conocimiento técnico. Ante tal planteamiento Adorno se ha propuesto sostener que un ethos que frenase el conocimiento sería muy cuestionable. El problema de esta tesis en la actualidad radicaría en que el conocimiento es utilizado como un medio, para el desarrollo económico y la obtención de poder, y no como un fin. Así uno de los argumentos que se han desarrollado más recientemente, es el del  sociólogo español Manuel Castells, el cual afirma que  las tecnologías pueden servir para dar poder a las comunidades locales y para renovarlas, nos da pauta para afirmar que se sigue pensando en términos de poder, y que éste puede ser obtenido a partir de la técnica, lo que permitía establecer el cuestionamiento de si debe o no prohibirse su desarrollo. Sin embargo, para Adorno la fractura que separa técnica y humanismo, por irreparable que parezca, es un ejemplo de apariencia socialmente generada. Así, como Rusen afirma debemos considerar a  la tecnología como producto de la cultura humana, poniendo énfasis en esta última para que la técnica no se convierta en una reificación, y así se permita considerar el papel que juegan los sujetos ante dicha.

Adorno asevera que la concepción de una cultura alejada del espíritu,  alejada de la técnica sólo puede nacer de la ignorancia de la sociedad respecto a su propia esencia. Entonces aquí sería necesario resolver la ambivalencia existente en el término técnica. La técnica entendida como un conjunto de reglas, de medios o recursos que sirven para realizar un fin práctico resultaría lógica en el sentido del desarrollo de la racionalización en la sociedad moderna. Sin embargo, la técnica entendida como dominio de la naturaleza, representa el desarrollo de la alienación, y esto evidentemente no puede sostener la tesis de que la técnica está guiada por el espíritu. Adorno insiste en  relacionar la espiritualidad y la técnica afirmando que en la cultura de consumo hoy dominante hay muchas cosas que merecen ser liquidadas y que la técnica tendría todo el derecho a liquidar. Sin embargo, partiendo de la tesis que la técnica forma parte de la moralidad colectiva, podríamos decir que se convierte en “una fuerza impersonal”. Entonces cuando Adorno al llevar a cabo tal afirmación dejaríamos la resolución del humanismo a una reificación.

Adorno lleva a cabo, una severa crítica a la relación entre cultura y humanismo al exponer que considerar todos los problemas que se nos plantean como problemas técnicos, es ya un síntoma de crisis de la cultura. Por ello, asumiendo que vivimos ante una sociedad global resultaría demasiado problemático posesionarse de tal tesis, ya que cuando se afirma que la afinidad cultural es un factor fundamental de la globalización, y en ésta se encuentran 7000 millones de habitantes, considerando además que estos han interiorizado hasta cierto punto una cultura global, ¿cómo resolveríamos esta crisis de la cultura?

Por ello, Adorno dentro de este análisis cultural afirma que hoy sólo en la crítica de la cultura y, por otra parte, en la conciencia crítica de sí misma de la técnica y la penetración en las estructuras sociales en que nos hallamos insertos se insinúa la esperanza de una nueva forma de cultura, para lo cual serían importante cuestionar dos aspectos. En primer lugar, si , la humanidad se convierte en el proceso por el cual encamina al sujeto social al mundo de la cultura, entonces el problema surge por el hecho de que la humanidad está constituida por un conjunto de valores, En segundo lugar, si partimos de la premisa que los valores no son cosas, ni elementos de las cosas, entonces los valores son impresiones subjetivas, el desarrollo de una nueva cultura al estar sujeto a la subjetividad podría resultar problemático a la hora de generar un “humanismo”. Por otra parte, resulta importante cuestionarse ¿qué tan efectivo resulta en una sociedad global?, cuando no se posee una conciencia del mundo, entendida como un conocimiento del mundo, y este conocimiento es fragmentado. Es importante recalcar que para Adorno la cultura tiene que ser producto de las condiciones históricas objetivas. Entonces, al pretender desarrollar una cultura que fortalezca el humanismo deberíamos cuestionarnos si existen las condiciones necesarias para llevar a cabo dicho ideal cuando vivimos en una sociedad en la cual ni siquiera tenemos presente el reconocimiento de la otredad.

En conclusión podemos afirmar que las categorías desarrolladas por Adorno para el análisis de la técnica resultan insuficientes ante el desarrollo de la sociedad global. Asimismo, sus planteamientos para relacionar la técnica con el humanismo no resultan válidos en nuestro contexto. La crítica de la cultura ya no es suficiente para desarrollar el humanismo ante el alto grado de desarrollo tecnológico. Sin embargo, uno de sus aportes esenciales para el análisis sociológico es considerar a la técnica a la par de la sociedad con el objetivo de comprender mejor sus alcances. La transformación de la sociedad necesita de la transformación teórica.

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