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Jonathan Keller. Imagen cortesía de Andre González.
Jonathan Keller. Imagen cortesía de Andre González.

Por Andrea González.

¡Quién va a decir que Manet es un artista cuando cuestiona radicalmente

los principios según los cuales se determina quién es artista y quién no lo es?

Bordieu

 

Como sostiene el sociólogo Anthony Giddens, las redes favorecidas por el desarrollo de la tecnología de la información y en particular por internet, son la estructura organizativa que define nuestra época. En este sentido conviene enfatizar que estas redes como estructura organizativa trastocarán todos los ámbitos del sistema histórico moderno compuesto por el ámbito político, económico y sociocultural. El arte puede englobarse en el último campo, y por tanto no puede comprenderse fuera de esta nueva estructura, ni tampoco de los ámbitos mencionados anteriormente.

Debemos puntualizar que la sociedad al estar marcada por la flecha del tiempo provoca que el arte se encuentre también marcado por esta flecha, y en consecuencia por la evolución. Manuel Castells define una transición en la sociedad por medio de un intervalo caracterizado por la transformación de nuestra cultura material por obra de un nuevo paradigma tecnológico organizado en torno a las tecnologías de la información. El problema del arte no puede reducirse a que ahora el arte pueda o deba ser únicamente definido con base en estas tecnologías, sino por el contrario que el uso de las mismas ha contribuido a aumentar la complejidad que representa el arte en sí mismo. Las nuevas tecnologías han provocado una re conceptualización del arte, de las prácticas artísticas, y en consecuencia de la relación que puede existir entre el observador y el observado.

El arte debe entenderse en términos económicos, puesto que como sostiene Inmannuel Wallerstein, el sistema histórico actual es una economía mundo. Es importante señalar que en el ámbito económico, la expansión tecnológica se traduce no solo en términos de la actividad productiva, sino en términos del consumo. Así, la tecnología será materializada en un proceso de producción desembocando en una mercancía. Estas mercancías son laptops, smartphnoes, iPads, iPods, ect.

Mencionar lo anterior resulta conveniente por el hecho de que la tecnología se expandirá en una parte considerable de la población gracias al incremento de la demanda agregada mundial. La importancia de esta expansión consiste en el consumo traducido en la descentralización de las prácticas que puedan ser llevadas a cabo gracias a estas mercancías caracterizadas por la tecnología. La creación de aplicaciones, gracias al desarrollo tecnológico, ha resultado polémica en cuanto al cuestionamiento de las nuevas prácticas artísticas.

Lo anterior produce una pregunta de fondo ¿Pueden considerarse artísticas las prácticas llevadas a cabo por medio de las nuevas tecnologías? Esto depende de la perspectiva. Por ello conviene cuestionarse ¿Qué es el arte? Y ¿Quién define el arte? Esta es una discusión que ha sido emprendida por diferentes sociólogos tales como Bordieu. En su obra “Sociología del Arte”, Bordieu se cuestiona “¿Un artista es alguien que dice de sí mismo que es un artista, o es alguno de quien los otros dicen que es un artista? Pero los otros ¿Quiénes son?” Definitivamente esta serie de preguntas responden al planteamiento de la distinción, lo cual resulta consiste en resaltar las lógicas excluyentes. En consecuencia, esto puede entenderse en términos de consumo cultural.

Como podemos observar, la definición del arte no es una tarea sencilla, y más bien se encuentra relacionada con la cuestión de desde donde estamos definiendo al arte. La definición es una legitimación, pero esta legitimación no se encuentra alejada de los gustos que serán interiorizados por el público espectador. Es decir, no podemos hacer una generalización de los gustospor ello, retomando de nuevo el argumento de Bordieu conviene señalar que “los gustos son la afirmación práctica de una diferencia inevitable”. En este sentido, el sociólogo señala que “lo más intolerable para los que se creen poseedores del gusto legítimo es, por encima de todo, la sacrílega reunión de aquellos gustos que el buen gusto ordena separar”. Hacer hincapié en este argumento apunta al hecho de que las prácticas artísticas por medio de las tecnologías y las redes han sido objeto de innumerables críticas, sin considerar que éstas son producto de un orden legitimado.

Ahora el reto consiste en considerar las nuevas prácticas artísticas en términos de su potencialidad. Como señala Bauman “el significado del arte está entre el artista y el observador”, y en este sentido, el arte al encontrarse dentro de una red apunta al hecho de que el arte constituirá una enorme cantidad de significados.

Algunos estudios sobre el tema han tendido a enfatizar que el arte practicado por medio de la tecnología y las redes puede considerarse como arte público. El espacio virtual debe analizarse como un espacio donde se concretan una multiplicidad de relaciones, característica que podría apuntar en una primera instancia a considerar el arte practicado en las redes como arte público. Otro aspecto podría verse en términos de apropiación de la obra. La diversificación de la misma a partir de estas tecnologías permite que un mayor número de personas tenga acceso a la misma y por ende una mayor posibilidad de la apropiación. Es bien sabido que la apropiación también depende del significado que el observador le otorgue a la obra.  Como afirman los teóricos actuales las barreras culturales se están rompiendo, y esto implica una mayor accesibilidad a las múltiples expresiones dentro de un mismo escenario: el virtual.

Una de las críticas más fuertes hacia el arte, por parte de la teoría critica, ha sido su enajenación. Adorno sostiene que “la cultura queda herida cuando es planificada y administrada”, puesto que esto representa atentar en contra de la libertad de las artes.  En este sentido, las nuevas prácticas resultan una oposición en contra de las planificaciones estructurales del arte y en consecuencia de su alienación. Aunque esto podría ser cuestionado por aquellos que defienden el argumento de que la sociedad se está homogeneizando culturalmente, más bien conviene acentuar el hecho de que la sociedad está en una permanente evolución donde el terreno de las posibilidades depende de la espacialidad donde nos encontremos, ya que fuera del espacio virtual, las personas pertenecen a una espacialidad concreta dentro del globo terráqueo. Además, la potencialidad depende el artista como agente capaz de expresar su potencialidad humana.

El arte se enfrenta a las nuevas complejidades provocadas por el sistema histórico actual. No podemos juzgarlo, excluirlo o negarlo porque conforma el dándose social. No es algo definido, más bien se trata de la construcción de una nueva realidad donde intervienen múltiples complejidades en un espacio tiempo. El arte hoy solo debe pensarse como una posibilidad potencial y no como una institución legitimada.

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