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Foto por Alberto Jorge Zárate Ramos.
Foto por Alberto Jorge Zárate Ramos.

Por Alberto Jorge Zárate Ramos

¿Por qué elegir la imagen que se encuentra sobre estás líneas? Para dar la respuesta adecuada, primero enmarco estos días. La protesta es una forma de expresión que permite que cada persona ya sea de forma individual o colectiva exprese su sentir en torno a un hecho o suceso, una protesta no trasciende en la medida que ella no rompe esquemas que la hagan sobresalir de lo cotidiano. Los últimos días han sido de protestas en favor de los animales especialmente elefantes y toros, sin que esto haga a un lado a perros, gatos u otra especia del reino animal.

No pretendo decir que está bien o no el matarlos y torturarlos (aunque eso es más que obvio). Sólo pretendo hablar del relativismo cultural. ¿Qué es? Una forma simple de explicarlo es: lo que para unos ojos, algo está mal, para los ojos del otro no lo es. Hacer este comentario va entorno a comprender que existe un pasado cultural que es arraigado a una identidad y que así como a muchos de nosotros nos han enseñado a reflexionar y buscar comprender que es bueno para un colectivo, no solo en lo personal; existe mucha gente que vive de forma contraria y esto no tiene que ver con clases sociales y si con clases de pensamiento y reflexión.

Pero aún no respondo a la primera pregunta. La imagen la elegí sobre la de una niña sentada en un juego infantil inflable, pensé en escribir sobre la alegría de ser niño, sobre la alegría infantil que ya no está en juegos inocentes, la inocencia se pierde cada vez más temprano entre sexo, drogas y muchos más vicios. Elegí la imagen porque el entorno en que se vive y la forma de pensar en que vivimos, en un pensamiento general, es el de ser el “Torero” estar arriba del otro, vernos con ventaja y aprovechar que somos más para acercarnos tranquilamente a dar un toque de muerte. Vivimos una cultura de MUERTE. Es cierto que debe de existir un respeto por las diversas formas de pensamiento, pero también es cierto que no podemos estancarnos en cadenas de atrocidades sin buscar a través de la reflexión saber que es lo que le conviene al otro que nos soy yo.

No es la mejor forma para decir… que hermoso fue ser un niño que sudaba y corría y soñaba en ser un héroe y no como ahora que se sueña con ser el narcotraficante. Que bello es amar a los que te rodean y aceptar como son sin importar su forma de pensar, sobre todo cuando se respalda de actos en beneficio de los demás, aceptemos, respetemos, aprendamos, eduquémonos y actuemos. Y para cerrar, cada vez se acerca más las elecciones por la presidencia, votar es un derecho que ha costado trabajo alcanzar, busquemos hacerlo real y no dejemos que nos sigan imponiendo lo que no es nuestra decisión.

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