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Foto tomada por Óscar Alarcón.
¡Pantaletas! de Armando Ramírez. Foto tomada por Óscar Alarcón.

Por Óscar Alarcón.

Maciosare un extraño enemigo

¿Alguien se acuerda de Tepito Arte Acá? Era un movimiento de diferentes disciplinas estéticas que mostraba la cultura Made in Tepito.

Uno de los mayores impulsores de ese grupo de artistas fue (sigue siendo) Armando Ramírez. Escritor prodigio del barrio, cronista urbano de los madrazos y los gritos en el mercado, contador de las historias de fayuca, sus personajes son vivo reflejo del sudor de las madres abnegadas que no le sacan a los chingadazos, de las quinceañeras perdiendo la virginidad en la fiesta, de los líderes que no se dejan del mal gobierno; en fin es el fotógrafo de una realidad que se convierte en literatura local, esa literatura que muchos quieren desaparecer porque no se encajona en los parámetros actuales de la literatura universal. Pero sin los libros de Armando Ramírez, entenderíamos menos a uno de los barrios más carismáticos y queridos de México.

Nacido en 1951, Ramírez se dio a conocer por su novela Chin Chin el Teporocho, novela que hizo voltear los reflectores a la literatura urbana y que fructificó hasta llegar a ser un mal logrado film mexicano. Su obra tiene la excelente visión para detener el lenguaje y encapsularlo en las palabras justas, acomodadas a cada diálogo de los compas, de los calienteros, de los que toman hinchapatas. En la novela se retrata el origen de uno de los personajes clásicos de la picaresca mexicana: el borracho que duerme en las banquetas. Tragedia existencial para el protagonista de la historia.

Después de Chin Chin el teporocho, Armando Ramírez, seguirá escribiendo una cantidad considerable de novelas, cuentos, ensayos y artículos retratando a veces, otras caricaturizando, y otras, las más, narrando la realidad devastadora y violenta de Tepito.

Violación en Polanco novela de vivencia brutal, se desarrollo en un ambiente de travestis, sexo y cine, Noche de Califas, Tepito, Quinceañera, La Casa de los Ajolotes, Sostenes San Jasmeo y Me llaman la Chata Aguayo, biografía de una líder de vendedores ambulantes, son algunas de sus novelas. A éstas se agregó en 2001 ¡Pantaletas! Confesiones sentimentales del estudiante Maciosare: ¡El último de los mohicanos!

AR. Foto tomada de la página ojourbano.com.
AR. Foto tomada de la página ojourbano.com.

Bara, bara, pantaletas, muñequita, para el tamal, baratitas.

La historia de ¡Pantaletas! es sencilla y actual: la gente que egresa de las carreras de humanidades en México se queda sin trabajo, no hay lugar para ellos en los puestos de gobierno y tampoco en el sector privado, por ello, los alumnos de estas carreras se sentirán identificados con el Maciosare y con la Chancla, personajes centrales de la novela. Estudiantes de sociología, forman parte de la generación ochentera, conformista y en constante búsqueda del despertar de la realidad para entrar a un sueño que los lleve a disfrutar de los frutos de su paso por la Universidad.

La madre del Maciosare quiere que su hijo estudie una carrera para que llegue a ser Licenciado. En un país donde el influyentismo es el pan nuestro de cada día, la madre tiene plena confianza en sus ideales y todavía lucha porque su hijo salga adelante, iluminado por dos imágenes que siguen pesando en el colectivo mexicano: la virgen de Guadalupe y Benito Juárez. Símbolos que llevarán una y otra vez al Maciosare a no rendirse pero que a su vez serán el punto de su perdición, del conflicto interno entre la ética personal y la tranza diaria.

Cuando el Maciosare nota que su vida recta, a la sombra de la Guadalupana y del Benemérito de las Américas no es lo que él pensaba comienza a sopesar el cambio de vías. Y se da. Abandona sus intentos por ejercer la sociología en el inframundo burocrático de los museos y se va a la conquista del comercio en las calles. Primero en un intento fallido que lo lleva a probar la realidad cotidiana del agandalle y después con la patente de su propia marca de ropa interior: Papayon´s fashion. Ropa íntima para las gorditas, fetiche que siempre llamará la atención del Maciosare: los traseros grandes y voluminosos.

A la par de su historia se desarrolla la de la Chancla, compañera de banca del Maciosare, signo contrario de su pareja, chamaca aguerrida y que no deja títere con cabeza. Al contrario del Maciosare, la Chancla se da cuenta de que la ley Chinga porque atrás te vienen chingando es el axioma que rige el mundo. Y aunque al principio sus sentimientos parecen ser sinceros con el Maciosare, termina por dejarlo a él, a su conformismo y la poca visión que la vida universitaria le brinda. La Chancla es quien le roba la primera idea de comercialización de la ropa, y este robo se da después de uno de tantos regresos que tiene con el Maciosare, después de pasar un romance con un maestro de la Facultad, después de volverse motociclista y después de darle la noticia al Maciosare de que está embarazada, quien como héroe trágico y como buen guadalupano resiste las desgracias que el destino le depara, después de que la Chancla decide abandonarlo.

Y el niño que tienen y su cariño por él —“el cariño que sentía por mi beibi”, nos dice el Maciosare— hacen inclinarse al Maciosare hacia al bando de la ilegalidad; las pantaletas Papayon´s fashion comenzarán a distribuirse en los mercados ambulantes.

Después el hijo supera al padre, entrará al mundo de los carteles de drogas y desde ahí operará. El Maciosare con tristeza ve cómo su hijo tiene la casta y el coraje de su madre, la Chancla y no tiene más remedio que pedirle a la guadalupana que lo cuide.

La virgen de Gudalupe juega un papel fundamental en el entramado psicológico de los personajes. El Maciosare una noche descubre a su madre autoflagelándose y pidiendo perdón por obligar a su hijo a estudiar una licenciatura, es el tiempo en el que ser Licenciado es un título nobiliario.

El Maciosare comienza a simpatizar con otra religión, nuevo desencanto mexicano: la pérdida del misticismo nacional. Pero el Maciosare hace más y entrecruza las creencias y se convierte en cristiano plural, cree en todo lo que sea dios pero su fe se basa en la virgen morena. Forma una nueva familia con la Atalayita, mujer que no se le impone a pesar de sus creencias religiosas.

El descaro con el que Armando Ramírez narra su obra nos transporta a los mercados, a ver el montón de pantaletas en el suelo, sentir los apretones de la gente que pasa por la calle, disfrutar de los traseros talla extragrande de las señoras que difícilmente encontrarán lencería a su medida.

Sin duda ¡Pantaletas! es una de las mejores novelas de Armando Ramírez, quien revitaliza el lenguaje por la cantidad de barbarismos empleados, palabras que escuchamos todos los días. Esta novela se encuentra apenas por detrás de Violación en Polanco, narrada con violencia y ritmo vertiginoso. ¡Pantaletas! es un retrato de la urbanidad que se ha extendido por todas las ciudades, crecimiento desmedido que ha hecho, sin duda, que en todas partes crezca un Tepito.

Twitter: @metaoscar

FB: /alarcontravolta

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