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Portada de Los días que faltan de Noé Blancas
Portada de Los días que faltan de Noé Blancas

Por Adonai Castañeda

Como una vez escribió Juan Rulfo: el tiempo en San Juan Luvina era muy largo. Nadie llevaba la cuenta de las horas y a nadie le preocupaba cómo iban amontonándose los años. Los días comenzaban y se acababan. Luego venía la noche. Solamente el día y la noche hasta el día de la muerte, que para ellos fue una esperanza.

El narrador y poeta, Noé Blancas Blancas, se influenció por la literatura rulfiana. En Los días que faltan (Instituto Municipal del Arte y Cultura de Puebla, 2017), contribuye con un estilo que nos sumerge en la piel de sus protagonistas. En sus páginas se cuela el amor en un país destrozado.

Este libro nos ofrece tres cuentos sobre la batalla constante y el dolor humano en contextos cercanos a nosotros:

“Los días que faltan”, en el que una mujer va a curar a la hija pequeña de una de sus comadres. La evocación de recuerdos juega un papel decisivo en su fluir narrativo. Algo que enriquece los puntos de vista en la lectura.

Detalle de Escena de Xochimilco 1909 Óleo sobre tela 89cm x 1.60m Atribuida a August Löhr
Detalle de Escena de Xochimilco 1909 Óleo sobre tela 89cm x 1.60m Atribuida a August Löhr

También incluye “Parece que ya te, ya te”, que en lo personal fue el que más impacto me causó, mi preferido de los tres. Una madre espera a Santana, su hijo que se fue de mojado para conseguir un trabajo y construirse una casa de vuelta a su pueblo. La evocación deja un sabor amargo y nos hace apreciar un poco más la fragilidad de la vida. El cómo se nos puede nublar en cualquier momento y a cualquiera. Los diálogos de la madre son desgarradores.

Por último, “La Pastora”, cuenta la memoria de un hombre que se va más allá de la frontera para juntar dinero y cuidar de su prometida. La cereza del pastel: la empatía con los personajes es brutal, nos hace sentir lo afortunados que somos muchos. A pesar de que las historias se desarrollan en la ciudad natal de Blancas, alcanza la universalidad.

En conclusión, es un libro valioso para nuestro idioma. No es cualquier libro que habla sobre las problemáticas cotidianas de un pueblo, sino que es otra piel del mismo. Lo único que nos separa unos de otros es el alma. Aquella sin medida, el alma de todo un pueblo.

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