¿Te gustó? ¡Comparte!
Foto de Alberto Jorge Zárate Ramos.
Foto de Alberto Jorge Zárate Ramos.

Por Alberto Jorge Zárate Ramos.

Intento abordar uno de los temas de mayor complejidad que existen y han existido y seguramente existirán. ¿Qué es el amor?, ¿necesitamos del amor? Un par de preguntas que en sí mismas son una trampa ante cualquiera que se atreva o intente medianamente contestarlas (Al menos eso nos han dicho). Desde las perspectivas religiosas el amor es entregarse a otros sin esperar nada a cambio, bastante egoísta está perspectiva para muchas personas. ¿Por qué no he de recibir algo a cambio? Incluso nos encontramos dentro de un marco social en el cual los productos desechables se encuentran a la vuelta de la esquina. Lo mismo ocurre con el AMOR.

El “aprender” a reconocer el amor hoy día es algo tan sutil que se compara con el necesitar una cosa, medir una distancia, empapelar un vehículo, comprar cosas o simplemente con el someter a otros. “Te amo” es tan fácil decirlo como buenos días. ¿Acaso el amor termina con lo que es una persona y se debe de convertir en otra? Se supone que esa cosa llamada amor es todo lo contrario, libertad, aceptación, regocijo, alegría, confianza, esperanza, dialogo, compartimiento, felicidad y más. A pesar de que nuestro mundo gira en torno a cada vez más opciones de vida, seguimos centrando muchas de nuestras posturas en lo que nuestros viejos han tomado tanto social, religioso o político.

En estos días un papa ha renunciado y siendo creyentes o no, ha provocado un impacto social, ¿es bueno o es malo? Siendo fríos el que renuncié solo implica escoger a alguien más y que él siga trabajando desde atrás de la silla papal. ¿No se supone que ellos trabajan por amor? Y no me refiero a todo lo que envuelve a la religión hoy día en lo que se debe de castigar desde una perspectiva eclesial como social. Se supone igualmente que el aprender a renunciar por el bien de otros es una muestra de amor, pero como saberlo si muchos de nosotros no queremos perder sin ganar.

La imagen de esta ocasión centra un torso y un brazo extendido, amarrados ambos y se alcanza a percibir a alguien detrás de la persona, es seguro que esa persona es la que lo amarra. ¿Somos libres? ¿Percibimos las cosas como debemos percibirlas o como quieren que las percibamos? ¿Y si lo que atacamos es lo que deberíamos defender y viceversa?

Todo esto son solo dudas, las respuestas cada quién las coloca, no cerremos nuestras mentes. Los más viejos dicen que lo mejor es regresar a lo más sencillo y encontraremos la felicidad, después de todo, eso es lo que buscamos todos. 

¿Te gustó? ¡Comparte!