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Portada de La Nueva Tierra Santa Iztapalapa de Ruin Andrade
Portada de La Nueva Tierra Santa Iztapalapa de Ruin Andrade

Por Óscar Alarcón (@metaoscar)

Escribir sobre Iztapalapa no es una encomienda sencilla. Leer lo que ocurre ahí le hace reflexionar al lector que la escritura se queda corta ante el riesgo que implica vivir en Iztapalapa. Iztapalapa es el barrio en donde se realiza una de las representaciones de Cristo más grandes de todo el mundo –algunos dicen que es la más grande del mundo– y Ruin Andrade ha construido una novela que nos muestra una pequeña porción de la inmensidad, no del barrio, sino del país.

Llevados de la mano de Octavio Enrique, alias “El Tonteras” y de su mamá la Chavelita –quien es conocida y reconocida en Iztapalapa por su enorme trasero– nos sumergimos en una especie de ida y vuelta al infierno con asiento VIP.

Al hablar de La Nueva Tierra Santa Iztapalapa, tenemos que hacer referencia a Armando Ramírez y Chin Chin el teporocho, y a toda su enorme obra: Me llaman la Chata Aguayo, Noche de Califas, Violación en Polanco, Quinceañera, Bye Bye Tenochtitlán, hasta llegar a ¡Pantaletas!, una de sus novelas más memorables. Sin embargo, Ramírez no es el único que se ha encargado de hablar de los barrios –en este caso, de Tepito–, quizá habría que echar un ojo a otros autores tanto de narrativa como de crónica para darnos cuenta de que nuestros lugares comunes están muy vivos y que siguen siendo materia para el deleite de los lectores.

La Nueva Tierra Santa Iztapalapa es el reflejo en palabras de la corrupción, del desmadre, de la vigencia del “chinga porque atrás te vienen chingando”. Las referencias a estas ideas sobran en la novela:

Habían pasado unos abriles, considerando la llegada de Chavela y su crío: ya se habían cumplido varias escenificaciones de la Pasión de Cristo aquí en la Nueva Tierra Santa Iztapalapa, con romanos y devotos que fuera de la obra de teatro dedican su vida al robo de transeúntes, venta de autopartes de “Roberto” en Av. Ermita, o los tantos tianguis que existen en la demarcación, algunos penitentes el día grande (como lo llaman), no monean y hasta cargan una cruz inmensa de madera, caminan con cara de compungidos para dar veracidad a la transmisión de TV. Es como una gran reunión de Judas modernos que al siguiente día con sus actos niegan a su redentor. (pág. 99)

La novela no es un llamado a cuentas sobre la moral, “El Tonteras” es un chico que tiene que sobrevivir al barrio que le ha hecho ver su suerte a bola de zapes y patadas, pésimo estudiante, el barrio lo protege por los atributos físicos de su madre. Poco a poco “El Tonteras” va a darse cuenta de esta ventaja y la va a usar a su favor.

Ruin Andrade, imagen tomada de su cuenta de Facebook
Ruin Andrade, imagen tomada de su cuenta de Facebook

Con un estilo como de cuate que te pasa la caguama en la banqueta, Ruin Andrade, nos narra el camino que el baboso de Octavio Enrique sigue para convertirse en un gandallita, auspiciado por policías, ladrones, abogados y por las nalgas de su madre, Enrique poco a poco descubre que se puede ganar mucho en una tierra de caifanes si se navega con bandera de menso.

Esta novela es el inicio de lo que promete ser una enorme Ilíada de Izapalacra. El barrio está compuesto de gente que llega de otros estados de la república a buscar una forma de ganarse la vida y de manera inmediata nos daremos cuenta de que hay pocas vías que no conduzcan al lado oscuro:

Había llegado de provincia y, por fortuna a nuestro barrio, aquí mismo en Iztapalacra, lugar de ratas, grifos, caguameros, viejas gordas, políticos corruptos y toda demás alimañas, aún recuerdo cómo peló grandes ojotes al mirar tanto carro pasar hecho su puta madre uno tan cerca del otro: sus labios estaban blancos y cenizos por el susto  que le generaba ver tanta gente y tanto movimiento. Nunca pensó que existiera un lugar así de lejos de donde nació y creció raspándose las rodillas, comiendo poco, conviviendo con la ignorancia y la marginación. (pág. 21)

“El Tonteras” es ese personaje pícaro que engaña a todo mundo, que lo mismo puede ser un chamaco al que la banda de la esquina zapea pero que en un abrir y cerrar de ojos se convierte en un tinterillo, ayudante de uno de los abogados más tranzas del país o un aprendiz de estafador que puede convertirse en el presidente de México. Octavio Enrique, ese Tonteras que todo mexicano lleva dentro y que jamás le haría daño a su santa jefecita.

La Nueva Tierra Santa Itzapalapa (2018) de Ruin Andrade. México, Vitrali Ediciones/Editorial Escombros/NITB.

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