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"Zapatos Rojos", foto por Juan Nicolás Becerra.
Susana Iglesias, foto cortesía de la autora.

Por: Juan Nico Becerra.

 

A partir de la integración de un relato de ella en el Premio Bukowski que la Editorial Anagrama otorgó en algún tiempo se leyó a una escritora sórdida y fascinada por contar historias en torno a la centro de la ciudad de México, que mejor escenario que caminar las calles del DF para hacer literatura. Se le otorgo el premio y beca “Aura Estrada” que le permitió viajar, beber y continuar escribiendo. Su primer novela “Señorita Vodka” (2013) editada en Tusquets precisamente abarca el tema de las calles del centro, su personaje central es una mujer mexicana que se rifa la vida bailando en Tables del DF y Los Ángeles CA. Sobreviviendo de manera impetuosa ante situaciones de drogas, armas, traición y proxenetas.

Señorita Vodka es una novela del desamor, de acoso y lo despreciable que puede ser la vida pero al mismo tiempo es muy disfrutable y reveladora de principio a fin de cómo nos podemos hacer daño. Aquí va una entrevista que sostuve con Susana desde la comodidad del correo electrónico; yo con café en mano; ella supongo con Vodka Tónic.

Hace un año de su primera novela Señorita Vodka, ¿cuáles podría decir que son las resonancias desde aquel momento hasta ahora?

No leo lo que se dice de la novela, no leo reseñas, no leo artículos, no leo la crítica, no leo suplementos culturales, el día que se me ocurrió hacerlo [por recomendación de un amigo que me avisó que salía algo sobre mi novela] un crítico la reseñaba, la atacaba sin haberla leído, le cambió el nombre y profesión a los personajes, fabricó un pobre discurso, un desastre. Hasta ahora todo sigue igual: sigo en lo mismo, me levanto muy tarde, recorro el centro, como en la cantina, me encierro a escribir casi todo el día, soy la mujer que va a la lavandería los jueves y a la que le hacen la misma pregunta “¿por qué toda su ropa es negra?”

La novela generó polémica, pero también lectores, ¿cómo equilibrar esto?, sobre todo cuando somos una sociedad lectora muy mezquina.

No tengo idea de cómo equilibrar a una sociedad enferma en todos los sentidos, culturalmente, políticamente, socialmente. Dentro de los frentes de lectura existen los críticos literarios y los lectores comunes y corrientes, el civil, el que finalmente va a comprar tu obra, el que te dará para comprar vodka o pan. Me han tocado lectores muy generosos, incluso han mandado botellas de vodka a mi apartado postal como en los viejos tiempos: cuando no tenía un libro publicado.Los lectores mezquinos son el resultado de un mundo al alcance de google, los buscadores pueden hacer pasar por “inteligente” o “crítico” a alguien, puedes creer que estás leyendo o escuchando a un persona informada [que a veces mientras habla contigo está googleando en su tableta o iPhone o smartphone] cualquier persona puede entender algo con sólo googlear, desde obra literaria hasta conflictos bélicos. Con relación a los libros, el “sabio-google” no necesita leerlo, basta buscar un nombre y repetir lo que se dice de una obra, ya no necesitas leerla, he conocido personas que sin leer completa una obra la “critican”. Los lectores generosos no desdeñan la obra literaria, encuentran algo en lo que leen, no descalifica porque son humildes, un soberbio siempre va a tachar de obras menores o mal escritas aquellas obras que no le gusten, que les incomoden o que simplemente no han leído, es un vicio visible justo ahora. De los críticos ¿qué puedo decir? No los leo, ninguno me ha enviado una botella de vodka en agradecimiento o cajas de vodka mensualmente para que deje de escribir.  Seguro algunos han sido generosos, me alegra, aunque…mi obra no se las debo a ellos, de eso puedes estar seguro.

Al leer Señorita Vodka me da la impresión de que es una novela escrita contra la misoginia, ¿es así o sólo es una de varias líneas en las que puede leerse?

No. No está escrita contra nadie. Los misóginos me parecen hombres acobardados e inseguros, temen a las mujeres con mayor capacidad intelectual, monetaria y cultural que ellos, no las odian, están aterrados, son incapaces de relacionarse con ellas porque prefieran siempre las mujeres trapo de cocina, una con la cual limpiarse el cochambre de sus complejos, es por eso que las ofenden, humillan, las lastiman. La culpa es de dos, es decir: si detectas un misógino, por muchas flores que te lleve o palabritas huecas, necesitarías ser una estúpida para no darte cuenta que el tipo es un patán, si le soportas, de cierta forma eres culpable, es muy fácil detectar a un misógino, escucha la forma en la que se expresa de las mujeres con las que tuvo que ver, de la misma forma te ve a ti y te verá cuando te deje. Uno de los capítulos podría ser un pequeño manual para zafarse de misóginos, no fue escrito con esa intención, la voz narrativa nos lleva a ese punto de forma casi natural, se trata de las circunstancias y visión del personaje.

¿El amor es miserable? ¿Cómo se concibe en nuestra sociedad de doble moral, católica y misógina?

El miserable es el ser humano, la especie más torpe, más necia, más idiota e idólatra. El catolicismo ignorante, ese que está contra los matrimonios homosexuales o contra el uso del condón, es una espina clavada en el culo de las personas. Los hombres más misóginos que he conocido tienen madres ultraguadalupanas y ultracatólicas, incluso cristianas. Millones de mujeres se quejan de los hombres, escasamente culpan a otras mujeres de la educación de estos desechos [hombres] es un problema de educación torcida, el padre asume el papel de proveedor de dinero, las mujeres los educan para venerar al padre e incluso a ellas: las santas madres abnegadas paridoras y sufrientes que aconsejan a sus hijitos buscar “buenas mujeres” se trata de una infecciosa división transmitida generalmente por la madre: santas y putas, este tipo de madre es tan retrógrada como los machos con los que se han casado.

La desfachatez y el descaro es una forma de supervivencia en Garibaldi y Los Ángeles ¿hay una hermandad consolidada?

No creo. En Garibaldi si no tienes agallas y dinero difícilmente vas a sobrevivir, ¿qué más da que seas descarado? No te va a salvar, si no tienes buenos puños o buenas piernas para correr o buenos reflejos cuando comienzan las peleas, será inútil el descaro, te van a joder, se necesitan agallas y calle para sobrevivir en esos sitios. Me acuerdo de un tipo recién salido de su casa, lo llevé a una cantina cerca de Garibaldi, quiso engañar a los hombres viejos de la barra, hacerse pasar por callejero, no sabes cómo se divirtieron con él, le hacían preguntas y sonreían con cada respuesta ingenua. Lo mismo sucede en L.A, sólo que allá la vida cuesta casi catorce veces más que aquí. Cuando no eres callejero se te nota de inmediato. Cuando te has mantenido en una burbuja se te nota, no importa que te metas cocaína o drogas duras o te rebeles en algún momento o te creas outsider: eres y serás la idiota o el idiota que la calle se tragará vorazmente, te escupirá en alguna acera.

Ahora bien; ¿Qué hay de esa Susana escrita con Z, en la actualidad? Vaya, han pasado 10 años desde que fue incluida en el Premio Bukowski.

Sí, el tiempo ha pasado, no creo que las personas cambien, sigo escribiendo sobre la misma línea corrosiva. Empecé a escribir muy joven, la rabia nunca me ha abandonado ¿qué hay? Lo mismo, sólo que ahora soy más fuerte, el tiempo fortalece mis heridas de guerra.

¿Qué fue para usted ganar el “Premio Aura Estrada”, además de las parrandas y los viajes?

Nuevas y entrañables personas en mi vida, dólares, comprobar que el futuro no existe. Te podría decir que soy de las que pone los premios en su pared pero te estaría mintiendo, el hermoso premio está sepultado bajo libros y objetos, no es que no signifique nada, pasa que a veces miro atrás, pienso que muchas cosas han llegado tarde, seguirán llegando tarde siempre, es eso. A muchos escritores les hace feliz colgar sus triunfos en la pared, a mi me pone contenta acariciar a mis gatos, tomarme una ginebra en la playa, escribir.

¿Cuál de los escritores rusos es su consentido?

No tengo consentidos, todos los rusos que llegan a mis manos son leídos con paciencia y pasión. Dostoievski, Tolstoi, Nikolái Gogol, Pushkin, Baratynski, Ogariov, Gorki, Chejov, Solzhenítsyn, Tiútchev que nunca quiso ser un hombre de letras, no acabaría de mencionarlos. América también ha dado grandes escritores, tampoco acabaría la lista.

Ahora que usted está incursionando en la Academia, ¿observa que esta generación de alumnos tiene disposición a aprender o asistir a cursos de literatura se ha vuelto una moda?

Nunca he incursionado a la Academia ¿de dónde has sacado eso? Renuncié al hueso carnoso de la Academia desde el primer momento en que me vi sentada en un salón cuando era estudiante. Soy autodidacta, mi formación como escritora se la debo a las calles y los libros de las Bibliotecas, no a la universidad. Al vodka, a los gatos y perros callejeros, a los viejos que pelearon hasta la muerte. Dostoievski nunca me abandonó, tampoco Fante o Hamsun, ni Bukowski, ni Corso, ni Walser, Roth, McCarthy, Lowry, Goethe, entre tantos más, ninguno de esos perros me abandonó cuando estuve desesperada, estos autores ahora son muy conocidos, los conocí en Bibliotecas, comprando en librerías de viejo, comprando a personas que tenían la oportunidad de importar libros, hace diez años un libro de Fante no estaba en los estantes de novedades. Creo que puedo responder ahora tu pregunta: las sesiones que imparto de escritura están alejadas de la imagen clásica de un taller literario, no reparamos textos, no son bicicletas con llantas ponchadas, no existe un gurú al que tengas que lamerle las suelas. No receto fórmulas mágicas para escribir: no existen, los procesos son distintos en cada persona. “Guiar” es un asunto complicado, así que trato de ser honesta, uno se equivoca en esa línea y otras incluso desconocidas, unas que estamos por descubrir, jamás tuve el deseo de guiar a nadie, expongo mi forma de percibir la creación literaria, mi experiencia. Si se ha vuelto moda no me preocupa, los que lo hagan por moda, fama, reconocimiento o para obtener mujeres, dinero o lo que sea: en algún punto desistirán, quedarán sólo aquellos dispuestos a pelear contra todo, de eso va la escritura: una pelea casi a muerte, este oficio es de dementes, de resistencia, de coraje, de fortaleza interior y exterior. Este oficio no es para débiles mentales que con un poco de fama o poder se convertirán en detestables títeres de su egoísmo desmedido.   

¿Qué opina de los alter ego que tiene nuestra tradición literaria?

No puedo opinar del alter ego ajeno. Tampoco de la tradición literaria, no creo en la tradición literaria. Quisiera que el alter ego de la “tradición literaria mexicana” fuera una especie de Iván Denísovich, desgraciadamente es más como un personaje de programa de entretenimiento matutino.

¿Qué música pone en la rocola de las cantinas y las cervecerías a las que asiste?

La que pongan los otros, no me gusta romper con el ruido generado por los asistentes, pongo monedas en las canciones que se están tocando, del género que suene, si suena una cumbia no voy a joderlos con una balada melosa.

¿Clara u obscura?

Ninguna. Vodka, transparente.

¿Rigo es amor?

Y desgracia.

Para finalizar, ¿qué le recomienda a todos los entusiastas de tener mascotas, sobre todo gatos y perros?

Primero que nada: no son mascotas, ojalá el entusiasmo les dure quince años o el tiempo que viva el perro, gato o cualquier otro animal no humano que esté a su lado, si no puedes contigo: no tengas un animales de compañía. Si eres un maltratador o maltratadora malparido o malparida más te vale que te abstengas de tener uno, cómprate un costal para boxear o date un tiro, nadie va a llorarte, no debiste salir del limbo de la no existencia.

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