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“El espacio de la literatura es donde debes arriesgarte. Hasta la fecha no tengo miedo a caerme.”

Ricardo Cartas

 

 

Ricardo Cartas en Neotraba Radio, fotografía de Martha Vivar Coyotl
Ricardo Cartas en Neotraba Radio, fotografía de Martha Vivar Coyotl

 

 

El pasado jueves 28 de julio de 2011, Ricardo Cartas estuvo en Neotraba Radio. Con motivo de su visita publicamos una entrevista inédita que le realizó Óscar Alarcón en abril de 2010.

Por Óscar Alarcón

Tal vez pueda considerarse tarea sencilla entrevistar a un conocido. Pero me parece que no lo es. ¿Qué preguntarle cuando casi se le conoce por completo? ¿O cuando los temas que se de los que se le preguntará son temas de los que todos los días platicamos?

Ser miembros del movimiento Ultracostumbrista pudiese pensarse que simplificaría las cosas. Pero acercarse a un amigo con el ánimo de un periodista no es labor simple, es necesario despojarse de una vestimenta y enfundarse en otra.

Estoy casi seguro que para mi interlocutor, el cambio de disfraz apenas es perceptible. El rito es clichesco, la emoción grande, las preguntas muchas. El café nos hace compañía, se enciende la luz roja de la grabadora y comenzamos. Intento dejar mi nerviosismo a un lado, después de todo, a Ricardo Cartas lo reconozco como uno de los escritores que más me ha influido, y eso es un alivio para que las manos no suden. Le suelto a quema ropa una pregunta que me rondaba la cabeza desde hacía mucho tiempo:

 

Óscar Alarcón. Mucho se ha dicho sobre la paternidad del Ultracostumbrismo, ¿éste es un tema que te quita el sueño?, ¿quién es el verdadero padre del Ultracostumbrismo?

Ricardo Cartas. La verdad no me quita el sueño y no creo que haya un padre del Ultracostumbrismo. Más bien creo que es un movimiento que nació a partir de las coincidencias de varios escritores —en aquella época insipientes escritores— y lo que nos unió fue precisamente que compartíamos puntos de vista, tal vez no tanto literarios, pero sí de la atmósfera.

Cada quien tenía a sus escritores favoritos, sus formas y sus estilos. Pero lo que nos unió —y nos sigue uniendo— es el enfoque que tenemos de la cultura. A partir de nuestro punto de vista hemos entendido cómo se debe difundir ésta. Son simples coincidencias, inclusive hasta en la forma de vivir, de ver la vida. Ése es el punto neurálgico.

ÓA. Pero eso es lo más difícil…

RC. Sí, yo creo que es más difícil. Si se dejara de escribir seguiría siendo el Ultracostumbrismo simplemente por la percepción que tenemos de los acontecimientos.

ÓA. Un profesor de la Maestría de Literatura Mexicana de la BUAP, dijo que los escritores poblanos tienen problemas porque no les gusta salir de Puebla, que no les gusta mostrar su trabajo, ya no digamos en la capital del país sino en otros estados. Se refirió a varios grupos, desde el estridentismo, pasando por la bohemia poblana hasta terminar con los Ultracostumbristas, ¿qué piensas de esta declaración?

RC. Yo creo que no cabe la comparación ni con la bohemia ni con el estridentismo. La bohemia poblana fue un movimiento que tuvo sus propias características y que efectivamente nunca trascendió, ni siquiera en Puebla.

Por otra parte, el estridentismo fue un movimiento que sí trascendió. Hace algunos años aún existían escritores estridentistas, y no necesariamente en México, en España había algunos.

A veces hay interferencias en la comunicación, y muchas declaraciones como esa son chismes. Que yo recuerde el Ultracostumbrismo jamás se planteó para trascender a nivel nacional.

Ahora bien, los comentarios de ese estilo me agradan porque ya nos consideran en las cátedras de la maestría; lo he platicando con Rodrigo [Durana] y contigo: nunca hemos sentido la necesidad de volvernos escritores conocidos. Creo que eso responde a otro tipo de necesidades, a otro tipo de escritores.

En lo personal considero que cada quien va a publicar en donde pueda y en donde quiera; si no se puede en editoriales grandes tampoco está mal. Lo mismo sucede con escritores de talla nacional a los que sólo los leen sus cuates. Yo sé de muchos escritores que publican en grandes editoriales españolas y que solamente venden 600 ejemplares al año, realmente eso no indica si eres bueno o malo. Ahí está la literatura y lo demás dependerá de las estrategias de cada escritor, de la crítica o de la historia.

Ricardo Cartas y Gilberto González, foto de Martha Vivar Coyotl
Ricardo Cartas y Gilberto González, foto de Martha Vivar Coyotl

ÓA. ¿Cómo ves a los movimientos literarios actuales, compartes la idea de que esta generación de escritores es una generación huérfana?

RC. Te refieres a la generación inexistente ¿no? Precisamente la negación es una de las características de una nueva generación. Las generaciones nuevas niegan a las anteriores. Históricamente así sucede, y pasa en todas las manifestaciones artísticas.

Lo que sí creo es que en la generación de los 70’s, la mayor cantidad de escritores no jala para un mismo lado. No hay un planteamiento como generación, no hay movimiento en conjunto; eso no lo veo mal, pues así se dan las generaciones. Pero eso de negar las paternidades sinceramente —si lo hacen de manera consciente— se me hace torpe.

Es como si negáramos toda la existencia de la literatura mexicana. Es una gran torpeza. Creo que debemos retomar a todos los escritores que a nosotros nos gustan y nos impactan para tratar de superarlos, pero de ninguna manera negar esa paternidad. Eso sería caminar sobre el vacío total, seguramente lo dicen como un slogan pero no creo que sea real.

ÓA. Eso llegué a pensar, que se trataba de una pose.

RC. Tal vez una pose o un slogan. Y está bien. Si les funciona, adelante. Pero es poco verídico.

ÓA. ¿Qué piensas de los premios literarios, te gustaría ganarte uno y ser famoso?

RC. Nunca he ganado un premio en forma. Y ya soy bastante famoso, no necesito de esos premios [risas].

Me imagino que los premios son necesarios en algunas ocasiones, si un escritor no tiene un premio grande le va a costar diez veces más que lo lea mucha gente. Por otra parte, considero que ya hay muchísimos premios, prácticamente todo mundo puede estar premiado y seguir en lo mismo; los premios no repercuten en el proyecto literario: premios, becas, publicaciones en las mejores editoriales todo es circunstancial. Desde luego que sí aliviana, quién no va querer ganarse un premio donde te den 100 mil pesos; como escritor te aliviana muy bien. Pero al galardón no le veo mucho sentido.

ÓA. Y también está el hecho de que se pueden inventar los premios.

RC. Claro, y todo mundo sabe que los premios siempre son manipulados. Hay cierto grupo de jueces que conocen a los que van a participar. Si no en todos los premios, sí en la mayoría. De pronto te enteras que tal escritor ganó un premio “x”, revisas quiénes fueron los jueces y en ese momento entiendes por qué lo ganó.

Óscar Alarcón y Ricardo Cartas, foto de Martha Vivar Coyotl
Óscar Alarcón y Ricardo Cartas, foto de Martha Vivar Coyotl

ÓA. Cuando se publicó tu primer libro, La noche de Karmatrón, tu estilo era más desenfadado, no quiero decir que eso sea malo; cuando acudimos a Tus zapatillas suenan a sexo notamos a un escritor maduro, sin ataduras temáticas y muy bien encanchado en los cuentos; y al llegar a Los Suplicantes, nos encontramos con un escritor distinto, con la madurez de un escritor de cuentos parado frente a su primera novela, sin alejarse de su literatura y muy parecido al de los libros anteriores, ¿cómo ves tu progreso literario?

RC. Creo que La noche de Karmatrón fue un atrevimiento, un libro con el ansia y la aventura de publicar: aventarme al ruedo. Ese libro lo publiqué cuando tenía 24 o 25 años, todavía estaba en la licenciatura y ninguno de mi generación había podido publicar un libro.

Yo sabía que no era un libro bueno, pero eso no importaba. Lo que en realidad importaba era romper las estructuras psíquicas y sociales, es decir, aventarme. Afortunadamente no me fue tan mal, el libro fue reseñado a nivel nacional, con buenas críticas y se agotó el tiraje.

Tus zapatillas suenan a sexo es un libro mucho más pensado, publicado mucho tiempo después del primer libro. Ahí es donde se configura mi proyecto ultracostumbrista —me refiero a mi proyecto ultracostumbrista porque hay muchos ultracostumbrismos, no sólo es el mío.

En Los Suplicantes sucede lo mismo que pasó en La Noche de Karmatrón: es un atrevimiento, porque hablar sobre Puebla, en esas circunstancias, es un tema muy duro.

Algunas personas me han dicho que si nadie me ha comentado algo de ese libro, pero creo que ha pasado desapercibido. Y eso más que enojarme me agrada, porque quizá tendría muchos problemas por haberlo publicado. Los Suplicantes es una historia que me costó mucho tiempo concebirla, armarla. Lo que se cuenta en la novela, fue un reto al valor de escribir.

ÓA. ¿Cuándo escribiste Los Suplicantes era un momento tortuoso en tu vida?

RC. Tortuoso no, pero sí con mucho enojo. El libro está escrito con mucha furia. De hecho el primer título tenía que ver con eso, se iba a llamar Inventario de la Furia. Y poco a poco fue cambiando de título.

Trato de atacar los puntos clave de la sociedad poblana: el clero, la familia, el estado, todo lo que a título personal no me agrada. Quitarles la careta y exhibir a la otra ciudad. Una ciudad completamente nocturna, bizarra, llena de vicios y llena de personajes muy tortuosos, eso sí, y que padecen al vivir en ella.

Cuando la terminé sentí una gran descarga pero después pensé “De qué chingaos voy a escribir si ya escribí todo ahí”. Todas mis historias, mis vivencias se fueron con esa novela, todo mi aliento se fue con ella.

Ricardo Cartas y Gilberto González, foto de Alan Villaseñor Morales
Ricardo Cartas y Gilberto González, foto de Alan Villaseñor Morales

ÓA. El cuento “El Tigre de San Baltasar”, que aparece en el libro Tus Zapatillas Suenan a Sexo, es festivo pero también tiene una crítica social, ¿es ésta tu verdadera visión de la realidad?

RC. Es una parte de la realidad. Ese cuento salió en automático, ya lo había creado en mi memoria y solamente me senté a escribirlo y a divertirme, que era una de las tesis que manejaba en aquella época: escribir para divertirme.

No es mi visión total de la realidad, es una parte; refleja una anécdota que deja ver la crítica social pero nada más.

ÓA. En tu novela Los suplicantes, nos encontramos con que el Bisuras —el protagonista de la historia— es la invención de un personaje netamente poblano, ¿cómo vives tu mexicanidad?, ¿cómo sientes tu poblanidad? ¿Estás orgulloso de ser poblano? Tal vez mi pregunta sea un lugar común: el orgullo de ser poblano.

RC. La ciudad me agrada, creo que es un buen escenario para escribir y vivir. Pero sentirse orgulloso es algo que te engaña. Me podría sentir orgulloso de ser poblano si Puebla fuera otra, si fuera Londres, pero no lo es.

Sobre la mexicanidad creo que es un fenómeno geopolítico, no hace falta decirlo, no me identifico.

ÓA. Porque hasta Rius sacó su libro sobre la mexicanidad.

RC. Es el tema del año, estar a favor o en contra es un hit editorial. Hay mucha historia que se puede retomar y desmitificar. La pasión por ser mexicano no es algo que me llame la atención, ni siquiera había pensado en eso. Me agrada porque es como una novela que tiene puntos cumbres de tensión y eres participe de ello, pero sentirme orgulloso, para nada.

ÓA. Después de la aparición de La Noche de Karmatrón, Ignacio Trejo Fuentes se refirió a ti como un escritor de esos que no tienen miedo a caer, ¿consideras que tu literatura sigue siendo así?

RC. Sí. No te das cuenta hasta que te hacen ese tipo de comentarios. No escribo sobre temas literarios, es decir, no está presente la historia de amor, ni escribo historias arquetípicas que ha manejado la literatura, porque no me agrada.

Trejo Fuentes se refería a que soy un escritor que no radica en el D.F., que era muy joven, que publicaba en editoriales desconocidas, que prácticamente todo me valía madre. Y hasta el momento he conservado eso, el espacio de la literatura es donde debes arriesgarte. Hasta la fecha no tengo miedo a caerme.

Ricardo Cartas y Gilberto González, foto de Jorge Durán
Ricardo Cartas y Gilberto González, foto de Jorge Durán

ÓA. ¿Es Perla —la ciudad que describes en Los Suplicantes— la ciudad ideal para vivir?

RC. Depende, si eres un proxeneta sí. Si eres un músico o un escritor, también. Pero no se lo desearía a una familia común y corriente.

Es una ciudad literaria completamente, no creo que sea una ciudad habitable. Es completamente apocalíptica, y es una ciudad nocturna. Que tal vez se puede vivir en ella pero no en la tradición.

ÓA. Alguna vez leí minificciones y poesía tuyas —de hecho ganaste un premio de poesía—, ¿por qué te has alejado de estos géneros?

RC. De pronto te atrapan proyectos de largo aliento como Los Suplicantes, novelas breves o los cuentos, pero no sé por qué me aleje de la poesía. Sigo leyendo y escribiendo una serie de poemas que no he publicado. Tengo una tesis sobre los poetas…

ÓA. ¿Que buscan groupies?

RC. Pues hasta en las groupies son desafortunados, no tienen. Y las que encuentran son bastante feítas. Creo que no deben existir poetas, aquél que quisiera hacer poesía debería tener una banda de rock. En la música es en donde se pueden dar los verdaderos poetas. La imagen del poeta a mí me produce mucha flojera. Quizá por eso ya no escribo poesía porque me dan mucha hueva los poetas. Prefiero las cosas mucho más carnales.

ÓA. Regresando al Ultracostumbrismo, recuerdo que alguna vez te comenté que era un grupo sui generis, porque algunos de sus integrantes querían ser escritores y no podían, otros querían ser cineastas, y otros más eran buenos narradores pero no querían ser escritores, ¿qué crees que le depara a este movimiento?

RC. Creo que no mucho. El Ultracostumbrismo prácticamente se convirtió en una marca, y eso me agrada. El hecho de que se haya quitado el perfil de movimiento literario.

El futuro que tendrá es que los integrantes van a continuar con sus proyectos, pero no creo que dejen de escribir. Será un movimiento que en el futuro va a dejar sembradas algunas perlas dentro de la literatura. El Ultracostumbrismo se está cocinando como una literatura de culto, conocida, identificada, poco leída y que mostrará una de las facetas literarias contra todo el sistema literario hecho en México.

Desde el mismo nombre te puedes percatar de ello: prácticamente está prohibido enunciar la palabra “costumbrismo” en la literatura del siglo XXI. Sin embargo los ultras se sienten orgullosos de eso, porque saben que van a la contra.

Óscar Alarcón, Ricardo Cartas, Gilberto González y Edgar de la Cruz, foto de Jorge Durán
Óscar Alarcón, Ricardo Cartas, Gilberto González y Edgar de la Cruz, foto de Jorge Durán

ÓA. ¿Cuáles son los escritores que más te han influido?

RC. Curiosamente la mayoría de escritores que más me han impactado son norteamericanos: John Kennedy Toole, Raymond Carver, David Foster Wallace, Bob Dylan, Leonard Cohen y hasta Jack Kerouac.

ÓA. Sabemos que tu columna “Las cartas de Ricardo Cartas” es muy escuchada por radio BUAP, ahí tratas temas no tan literarios y que tienen que ver con las instituciones burocráticas que administran la cultura, ¿qué piensas ahora de las instituciones culturales?

RC. Las instituciones culturales —aunque existen honrosas excepciones— a nivel general ya no tienen razón de ser. Están enquistadas por los burócratas de la cultura. Cualquier secretaría de cultura de cualquier estado tiene un techo presupuestal que está generado con la intención de promover y crear la cultura hacia toda la población, con el objetivo de elevar los niveles culturales de la sociedad. Sin embargo, hemos sido testigos de que esas instituciones confunden la política cultural con la organización de espectáculos.

Si te dan un millón de pesos para hacer cultura se plantean objetivos de impacto. En sus mentes de burócratas ellos mismos se dicen “si publico una serie de libros que cuestan 25 mil pesos, de los cuales van a ser leídos —con mucha suerte— cien ejemplares, prácticamente es dinero tirado a la basura, no hay razón de existir”. En cambio, si organizas un concierto con cualquier banda, digamos Calle 13, que les cuesta una millonada y que reúne en el zócalo 10 mil personas, los indicadores cambian. Ahí, sí hay impacto, se ve el trabajo de la secretaría o de la institución cultural.

Pero si te fijas, la producción de libros aquí en Puebla es bajísima. Si no fuera por la Universidad Autónoma de Puebla, prácticamente no habría producción editorial en el estado, acción que en otros años era totalmente diferente.

Los burócratas se enfrentan a un dilema: invertir el dinero en libros que no necesariamente impacten, o hacer espectáculos para justificar que el trabajo sí se ve. Pero no hay un esfuerzo para que la gente se entere de la cultura.

ÓA. Porque sólo se organizan circos.

RC. Exacto, sale en todos los diarios, justifican el presupuesto y el sistema de gobierno. Aunque en los conciertos les estén mentando la madre a los políticos.

Hay una falta de creatividad en las instituciones culturales. Dentro de la burocracia la imaginación no existe; y si no existe, si no cumples los objetivos de elevar los niveles de cultura, no tiene caso que se invierta tanto dinero en una institución cultural donde se mantiene a cientos de burócratas, muchos de ellos con aires de artista, y que en realidad viven del estado y no producen nada.

Lo más interesante es que los focos de cultura, de extensión, de imaginación no se están dando alrededor de la Casa de la Cultura, están creciendo solos. Crean sus maneras para sobrevivir, y eso es lo más interesante: cómo los marginados están creando alternativas.

ÓA. ¿Se les vacunará a los burócratas para ser poco imaginativos, o se vuelven cuadrados al dirigir una institución?, ¿pensarán que el papel del estado es ser cuadrado?

RC. El estado es cuadrado, no hay de otra. Hasta el estado más liberal es completamente cuadrado.

Un ejemplo: cuando Cuauhtémoc Cárdenas era gobernador de Michoacán era lo más liberal que existía. Cada año se organizaba un festival de poesía donde llegaban los mejores poetas del mundo, entonces se les ocurrió invitar a Allen Ginsberg, y comenzó a hablar de las vergas; cuando lo oyó el gobernador, no aguantó y en ese momento se fue.

Lo que hay que entender es que el estado nunca va a poder entablar una relación con los creadores. Los creadores con el estado sí, de manera conveniente se moverán, lanzarán sus estrategias; pero el estado por su naturaleza no va a aceptar tanta libertad, atenta contra su principio. La cultura que se produce a nivel estatal es suavecita, no ofende, no produce ningún malestar. Y eso es lo que le gusta al estado, que se hagan cosas bonitas pero que no tenga la experiencia estética, pero eso sería lo más importante.

Ricardo Cartas, foto de Alan Villaseñor Morales
Ricardo Cartas, foto de Alan Villaseñor Morales

ÓA. Aquí en Puebla hemos visto puentes grafiteados sin temáticas fuertes.

RC. Le quitas todo, por naturaleza el grafitti debe ser espontáneo. Debe de ir en contra, si no, se vuelven rotulistas, y vale madre. Es como pedirte permiso para mentarte la madre: “ah sí miéntamela”, entonces ya te la voy a mentar suavecito.

ÓA. Mucha gente conoce tu trabajo no sólo literario, también el de promotor cultural, en el radio, en el mercado de letras, en la revista Marvin, en Radio BUAP, en radio funk, ¿crees que estas facetas forman parte de ti como escritor o las consideras como actividades que están al margen?

RC. Van a la par, es un camino paralelo. El uso de los medios es fundamental. Si te fijas todo mundo se queja de que en los medios no hay crítica, solamente aparece gente imbécil, gente a la que no le interesa la cultura. Si tienes acceso a los medios y no te vetan, adelante. No puedes dejar escapar esa oportunidad, hay poca gente que señala los talones de Aquiles de la política cultural. A todo mundo le vale madre.

Los diputados proponen un consejo de cultura en Puebla, ponen fechas para que se culminen las acciones y no se respetan las fechas. Les vale madre porque no hay ningún tipo de presión por parte de la ciudadanía, si fuera un tema como el aborto o el matrimonio entre homosexuales sería un tema candela.

A poca gente le interesa porque no hay difusión de los medios. Mientras más medios se abran para discutir estas cosas, más gente se enterará de lo que está sucediendo. Porque a pesar de todo no deja de ser dinero de la propia sociedad. Por lo menos como comunicador tu tarea es difundir.

Lo de ser promotor es algo que se da en automático, al ver que nada se mueve lo tienes que hacer tú.

ÓA. ¿Nadie se ha acercado a ti para vetarte?

RC. Hasta el momento no. He recibido réplicas, críticas, mentadas de madre, pero ningún contratiempo. El estado debe ser consciente de que son personas públicas y que están expuestos a la crítica.

ÓA. ¿Por qué escoger a la literatura como forma de vida?

RC. Fue prácticamente el único camino que se me presentó en la vida. Nunca quise ser contador o policía. Desde que entré en razón, en la adolescencia lo único que me gustaba era leer. Me quedé cautivado con la lectura y además se me hacía algo a la contra. Mientras todo mundo pensaba en sus carreras administrativas, a mí se me presentó la literatura.

Gracias a ella he podido sobrevivir, divertirme y padecer. Es el paréntesis donde uno puede estar en paz y alrededor el mundo lleno de locura.

Ricardo Cartas también habita en: http://www.ultracostumnews.blogspot.com/

 

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