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Juan Gerardo Sampedro, foto de Óscar Alarcón
Juan Gerardo Sampedro, foto de Óscar Alarcón

 

Por Óscar Alarcón y Gilberto González

Ciudad de Puebla, 7 de mayo de 2011

 

Es americanista de corazón; experto en los símbolos de la corrección de estilo, por mucho tiempo ha trabajado en el mundo editorial; sarcástico y gran conversador. Juan Gerardo Sampedro, nació en Zacatecas pero es poblano por adopción; Puebla lo vio llegar en 1977, ha sido profesor en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla por muchos años, en donde ha visto pasar a muchas generaciones de escritores.

Por ello, a punto de cumplirse los primeros 100 días de la administración del gobernador, Rafael Moreno Valle, Neotraba se acercó a este narrador, periodista y escritor, quien ganara el Premio Latinoamericano para Libros de Cuentos, en 1984, para que nos diera su opinión del ambiente literario y cultural, que actualmente se vive en Puebla.

 

Óscar Alarcón. ¿Cómo percibes la administración de la cultura en Puebla?

Juan Gerardo Sampedro. Mi único contacto con lo que fue la Secretaría de Cultura —que era la Casa de la Cultura antes de que se convirtiera en Secretaría—, fue mi participación en los talleres literarios que impartía Miguel Donoso Pareja.

Creo que fuimos los pioneros en participar en un taller literario, al antecedente inmediato son los que formaron la Bohemia Poblana, pero de ellos casi todos han desaparecido. El último miembro que aún vive es Antonio Esparza; acaba de morir Luis Neve, Eladio Villagrán, era un grupo nutrido. Hacían varias cosas en Puebla: teatro, literatura. Era el círculo de intelectuales de ese momento.

Después hubo una especie de vacío hasta los años 70’s. A iniciativa del profesor Pedro Ángel Palou Pérez —que era el director de la Casa de la Cultura—, se le ocurrió invitar a Miguel Donoso Pareja a que fundara un taller literario; el taller básicamente era de cuento y poesía, no se veía novela porque Donoso decía que la novela era algo más complejo.

Miguel Donoso abrió una convocatoria, a la que atendieron cerca de cincuenta personas, y admitió quince, pues previamente te pedía un trabajo. De esos quince, quedamos ocho o diez quienes terminamos los tres años del taller, que era lo que en aquél tiempo se tenía como meta. Ese taller literario se impartió del ’79 en adelante; después vinieron David Ojeda, Ignacio Betancourt, y después se acabaron los talleres. Los que quedaron, eran de iniciación artística para niños. Nacho Betancourt se fue cuando Héctor Azar inició su periodo, su administración también se quedó sin talleres.

 

Pero Azar impulsó el teatro, le dio continuidad a los concursos de literatura, les dio vida a las bibliotecas; tenía un Subsecretario de Cultura con toda la experiencia del mundo, que era Pedro Ángel Palou Pérez.

 

La Secretaría de Cultura se funda a inicios de los 80´s. El primer secretario de cultura fue Pedro Ángel Palou Pérez; le sigue Efraín Castro; después un maestro del CENCH; a continuación Pedro Ángel Palou García; y después tenemos la desgracia de que llega una persona que no tiene ninguna trayectoria cultural, que no es un administrador, o promotor de la cultura, y que llega como el Borras. Llega sin tener publicada una obra, no es creador —a diferencia de los otros secretarios—, no es cuentista, pintor, músico, ni siquiera bailarín. Él dice que es historiador. Y digo que tuvimos esa gran tragedia, porque todo lo que se había hecho en la Secretaría de Cultura, hasta Pedro Ángel Palou García, se viene abajo en los primeros cien días de gobierno de Mario Marín Torres.

Aún desconozco por qué fue designado un personaje como éste, nunca lo quise averiguar, creo que fue como comprar un billete de lotería. Lo que sí hace muy bien es ser un intrigoso de primer nivel, y después arma un equipo de incompetentes —claro, no todos pero sí en su mayoría— y se dedica más que hacer cultura, a golpear a sus detractores, o simplemente a quien le cayera gordo. Sólo porque se levantaba con la idea de correr a alguien. Es un hombre de ideas fijas pero agresivas. Me acuerdo de una frase del doctor en física, Jaime Krasov, que decía que lo peor de este mundo era una persona con baja capacidad y con iniciativas. Creo que se le aplica muy bien al ex secretario de cultura: Alejandro Montiel. Él pensaba que estaba haciendo algo innovador para la cultura en Puebla, y lo que provocó fue que la Secretaría de Cultura tuviera que desaparecer, para dejarle el paso al Consejo Estatal para la Cultura y las Artes.

Yo creo que Saúl Juárez va a tener nuevamente la capacidad necesaria para echar a andar todo lo que dejó tirado el ex secretario del sexenio anterior.

 

 

Juan Gerardo Sampedro, foto de ÓA
Juan Gerardo Sampedro, foto de ÓA

 

ÓA. ¿En todas las áreas, incluso literatura?

JGS. Yo creo que sí. Aunque creo que literatura es el área más dañada de todas.

Si te fijas, los museos están abandonados, las bibliotecas están sin atención. El área de música está bien, porque la dirige un gran conocedor del tema como Elio Huesca.

Y digo que el área de literatura ha sido la más dañada de todas, porque tenía grandes responsabilidades que echaron abajo. Voy a poner un par de ejemplos: los talleres literarios —que estaban antes de que llegaran Montiel y Roberto Martínez Garcilazo—, y las convocatorias de los concursos. Te hablo sobre las convocatorias porque en la época de Héctor Azar y un poco antes, yo ayudaba con su distribución. Todo lo que aprendí en gestión de la cultura se lo debo al profesor Pedro Ángel Palou Pérez. Las convocatorias tenían que salir en enero, para que se enviaran a las embajadas de todos los países latinoamericanos. Estamos en mayo y no he visto las convocatorias.

Desde hace tres años no sabemos quiénes son los que han obtenido los premios de cuento. Parece ser que es una medida que ellos tomaron, ya que regularmente trabajaron juntos. Cualquier decisión que tomaba Martínez Garcilazo la tomaba con el Simpatías [Alejandro Montiel], y entre ellas fue no dar a conocer quiénes habían ganado los concursos de cuento. Si hay alguien que me diga quién ganó los últimos tres años, se lo voy a agradecer mucho, porque nunca se dio a conocer en la prensa. Lo mismo pasó con el concurso de Ciencia Ficción y Fantasía y con el concurso de Lenguas Indígenas; no sé qué diablos pasó por su cabeza que hasta la fecha la convocatoria no ha salido. Si sale en mayo o junio, la gente tiene muy poco tiempo para participar, además, sólo circulan a nivel local.

 

 

Juan Gerardo Sampedro, foto de ÓA para Neotraba
Juan Gerardo Sampedro, foto de ÓA para Neotraba

 

ÓA. Aunque eso no quiere decir que no haya concurso o ganadores, si nos metemos a los archivos de la Secretaría podremos encontrarlos, ¿estaríamos hablando de que son concursos amañados?

JGS. Yo no digo que estén amañados, yo digo que está muy restringida la participación de los escritores de México y Latinoamérica porque no les llega la convocatoria, no se da a conocer ni siquiera a nivel nacional. Se da a conocer a través de la página de la Secretaría de Cultura pero nada más.

Esta convocatoria hace muchos años la publicaba la revista El Cuento, de Edmundo Valadés, y circulaba por toda América. Cuando les preguntabas a los ganadores de los concursos cómo se habían enterado, te respondían que lo habían visto en la revista El Cuento, o bien, que en Argentina lo habían publicado en una revista que leían, o en Perú a través de un periódico, porque las embajadas las hacían llegar.

 

Actualmente, la participación de escritores para un concurso latinoamericano es, si acaso, de trescientos cuentos, cuando en una buena época llegó a tener mil cuatrocientos concursantes. Incluso se exhibían en el patio los paquetes de los cuentos que llegaban a la Casa de la Cultura. El año pasado tuvieron que ampliar la convocatoria porque tenían cincuenta cuentos en junio, y todos de una calidad infame.

 

 

Juan Gerardo Sampedro en el café Wimpy's, foto ÓA para Neotraba
Juan Gerardo Sampedro en el café Wimpy's, foto ÓA para Neotraba

 

ÓA. ¿Y solamente eran locales? ¿Ya no tiene impacto en Latinoamérica?

JGS. Pero no por ser locales son infames. En Puebla tenemos grandes cuentistas. La participación fue escasa.

Quienes leyeron lo que alguna vez escribí en una nota para el periódico Milenio: “no ha salido la convocatoria”, me escribían para preguntarme “oye y por cierto, ¿cuándo sale?”, entonces yo tenía que mandarles las bases —que tomaba de las fotocopias que mandaban a la Casa de la Cultura. Ahora las convocatorias las reparten como si fueran volantes, sólo falta que alguien se pare en la puerta de Casa de Cultura y reparta las fotocopias para ver quién entra.

 

ÓA. ¿Has sido de los mayores críticos del director de la Casa del Escritor, a qué se debe?

JGS. No sólo de él sino de toda la administración completa. Yo creo que se debe al doble discurso del director. Ideológicamente uno se va formando desde muy joven, y eso es importantísimo. Roberto Martínez Garcilazo, proviene de las Juventudes de la Izquierda Mexicana mientras nosotros militábamos en el glorioso Partido Comunista Mexicano. Después, entró a trabajar a la burocracia de la Secretaría de Salud, donde finalmente se hace de una plaza. Era secretario particular del doctor [Eduardo] Vázquez Valdez, que era el Secretario de Salud en la época de Manuel Bartlett.

Pedro Ángel Palou me comentó que no había alguien que dirigiera la Casa del Escritor, porque [Enrique de Jesús] Pimentel se había ido. Le comenté que yo tenía un alumno con mucho talento; Palou me pidió que lo llevara con el subsecretario, que era Alejandro Montiel. Lo llevé para presentárselo y la impresión que le dio fue que no cubría el perfil, no sé por qué lo dijo pero lo comentó delante de mí, sin embargo, a los dos días estaba contratado como director de la Casa del Escritor. Después vi que hizo una gran amistad con el subsecretario; cuando llegó a ser secretario de cultura esa amistad se afianzó. Aquello de que lo quiso despedir fue show para hacer creer que había diferencias, si las hubiese habido, lo hubiera corrido sin miramientos. Todo fue preparado,  no sé con qué fin.

Cuando se da el cambio de sexenio, de Melquiades Morales a Mario Marín, nombran a Pedro Ángel como secretario de cultura, pero está muy poco tiempo. Para mi sorpresa, Martínez Garcilazo ocupa la dirección de literatura, es como si tú propones a alguien para que le den un empleo, se queda y te quita tu carga de trabajo. Es normal que esto suceda sexenio tras sexenio porque los cargos no son eternos, lo que no se entiende es que desde el cargo que recién ostentaba te despida. Esto lo hizo en un convenio verbal con el entonces secretario de cultura, Alejandro Montiel, y me dejan afuera.

Aquí es donde me refiero al doble discurso, porque él dice que el ex secretario de cultura lo castigó y por eso su área no funcionó. Eso está declarado a una reportera de La Jornada: “Alejandro Montiel me castigó y no quiero que me pase lo mismo con Saúl Juárez”, porque éste tiene una gran trayectoria como creador y promotor de la cultura. Como si esa declaración le diera inmunidad a lo que hizo en seis años, como casi desaparecer los concursos, abandonar la Casa del Escritor o una biblioteca como la Tola de Habich, —esta biblioteca, inicialmente tenía setenta mil ejemplares sobre el siglo XIX, y la montan en un espacio muy pequeño. Por eso nadie cree que lo hayan castigado, porque en contubernio hicieron muchas pendejadas. Nadie lo cree.

Por eso he criticado su tarea de seis años. No sólo yo, si revisas las notas de los últimos meses verás las notas de La Jornada, las declaraciones de Juan Carlos Canales, lo que han escrito Fermín Alejandro García, Ociel Mora, Humberto Sotelo, y no hay un área de la Secretaría que haya sido más golpeada que ésta. Cuentas con los dedos las ediciones que se hicieron en seis años —porque no fueron ediciones sino reediciones.

 

 

Juan Gerardo Sampedro, foto ÓA para Neotraba
Juan Gerardo Sampedro, foto ÓA para Neotraba

 

La tarea actual del Consejo, será levantar todo lo que quedó tirado —como en el temblor del ’99—: la Casa del Escritor huele a excusado porque no tiene agua, nadie se puede hospedar porque no hay gas. Dolores Castro se fue muy enojada de Puebla porque le dijeron que tenía que llenar la cochina —el contenedor de gas— para que pudiera hospedarse. No soy el único crítico, hablo de un doble discurso, porque si Martínez Garcilazo proviene de la izquierda y su pensamiento corresponde a esa línea política, porque dice “mi voto por el PRI, yeah señores, porque Moreno Valle no tiene proyecto cultural”, eso es lo que él dice y está publicado en una colaboración que tiene para un diario local. Encontré un link y lo subí a mi facebook y twitter. Ahí tengo de amigo a Margarito, que aparecía en televisión con el Güiri-Güiri, leyó esa nota y comentó “lo que hay que ver jojojo”. ¡Todo mundo vio la nota, hasta Margarito!

Y en Puebla, la comunidad literaria lo vio como un oportunismo porque desde su cargo de director de literatura, ediciones y bibliotecas, hizo proselitismo por un partido político que finalmente perdió las elecciones. Cuando se da cuenta de eso, publica en el periódico “espero que me levanten el castigo los que han llegado”.

No es una cuestión personal. Si él tuviera la mínima dignidad ya hubiera dicho Good Bye, irse hubiera sido una medida digna.

La época de Héctor Azar está contabilizada así: tiene más de sesenta ediciones en seis años, Piña Olaya tiene ediciones del gobierno del estado pero son ediciones exclusivas, como para coleccionistas. El periodo de Melquiades Morales tuvo más de doscientas ediciones, con la colección de siglo XIX, que se encargaba de hacerla Tola de Habich. En el sexenio que acaba de concluir, el de Montiel, no llega a diez, pero de esas, ocho son reediciones.

 

 

Juan Gerardo Sampedro, foto de Óscar Alarcón
Juan Gerardo Sampedro, foto de Óscar Alarcón

 

Gilberto González. Entonces, ¿qué opinas de la desaparición de la Secretaría de Cultura?

Juan Gerardo Sampedro. Desaparece por el proyecto del actual gobernador, se origina porque él se da cuenta de la ruina en la que está la Secretaría; es insalvable. Lo que se puede hacer es un Consejo para que todo vuelva a encausarse. Creo que con la llegada de Saúl Juárez y esto va a cambiar. Platiqué con él brevemente, hace un mes, y tiene ideas, está por presentar su proyecto de cultura, tiene experiencia que lo respalda, ha estado en CONACULTA, el INBA, su trayectoria como promotor de cultura es muy larga. Lo conocí en el ’81 y él ya estaba en los talleres de Monterroso y de Donoso.

Estamos confiando en que él va a hacer un buen papel en cuanto arranque el proyecto sexenal, que será anunciado después de que se cumplan los cien días de la administración.

 

GG. ¿Qué piensas de la literatura que se hace en Puebla? Tienes mucha experiencia después de dar clases en el Colegio de Lingüística y Literatura Hispánica (COLLHI) de la BUAP, has visto pasar a muchas generaciones.

JGS. Estaría de acuerdo con Daniel Sada, al decir que las nuevas generaciones son las que vienen después de la de Pedro Ángel Palou, porque hay un parte aguas. El antes, sería hablar de Ángeles Mastretta, Juan Tovar, los de la Bohemia Poblana, el grupo de los Cronopios, los del taller de Miguel Donoso.

Hasta donde estoy enterado hay autores que han publicado en editoriales importantes, pero no han tenido el reconocimiento necesario, como para decir que la literatura en Puebla está presente a nivel nacional. Después de Pedro Ángel Palou, nadie lo ha logrado y antes de Palou hablamos de Pitol, o de Mastretta. A pesar de que Palou podría tener muchos detractores y envidiosos, también tiene un gran trabajo que lo respalda.

Y después vienen las generaciones de los jóvenes talleristas, que han publicado su trabajo a nivel nacional. Creo que son los que vienen con más fuerza, desgraciadamente, son los que fueron muy mal atendidos por la administración pasada.

Los que fueron publicados en editoriales grandes como Alfaguara, pensaron que eso los iba a meter en la carrera de la gran literatura mexicana y eso no es cierto. Una editorial tiene exhibidos tus libros seis meses y si no vendes, los recicla. Te puedo hablar de otro autor que tiene sus lectores, Fritz Glockner —con quien nunca me he enojado y le mando un saludo— que también ha tenido proyección a nivel nacional.

Hay que esperar lo que se está desarrollando ahora. Los jóvenes a los que les quitaron el taller eran los que estaban comenzando. Se fueron Guillermo Samperio, Daniel Sada, José Vicente Anaya, quienes fueron impulsores de otra generación, y se fue abajo todo. Los que venían ya no tuvieron opción de una guía.

La propuesta del Ayuntamiento anterior al actual, que fue regresar a la SOGEM a Puebla, lo hizo pensando en que iba a tener muchos alumnos, y en realidad no la tuvo, también tenemos que señalar que fracasó rotundamente. Que alguien me diga dos escritores que hayan salido de ahí y que tengan renombre, ya no a nivel nacional.

 

 

Juan Gerardo Sampedro, foto Óscar Alarcón
Juan Gerardo Sampedro, foto Óscar Alarcón

 

ÓA. Ese es un problema a nivel nacional, las escuelas de escritores no producen escritores, ¿no te parece?

JGS. Son contados. Pero tampoco las escuelas de letras impulsan escritores. Acabo de leer una nota de un periodista de Milenio, que lleva por título “Lo que natura no da, el ipad no lo proporciona”, y eso es cierto: “Lo que natura no da, Salamanca no lo proporciona”. Creo que está bien que haya una escuela de Letras, porque los alumnos no sólo van a aprender a escribir, sino también aprenden la docencia, a ser correctores de estilo, periodistas, historia de la literatura, investigación.

Después da la UNAM, tenemos una de las mejores escuelas de letras, la de Universidad Autónoma de Puebla. Sus fundadores tenían una gran proyección y experiencia. Gente como el doctor Carlos Colchero, gran teórico de los clásicos —yo me metía de oyente a sus clases porque yo estudiaba psicología— y era un erudito; Óscar Walker, que enseñaba el arte de la corrección de estilo; el maestro Pantaleón Riveroll, con toda su rigidez del mundo. Esa escuela viene de una gran tradición, fue de las primeras que se fundaron en el país —en 1965— después de la UNAM.

 

 

Juan Gerardo Sampedro durante la entrevista, filmado por Rodrigo Durana, foto Óscar Alarcón
Juan Gerardo Sampedro durante la entrevista, filmado por Rodrigo Durana, foto Óscar Alarcón

 

GG. Platícanos sobre el Premio Latinoamericano para Libro de Cuentos que ganaste.

JGS. Yo estaba trabajando en el taller de Donoso, y había escrito un libro que se llama Lo Terrible ya Ha Pasado, en aquel tiempo no teníamos la oportunidad de corregir en computadora, escribíamos en máquina Olympia, llevábamos el texto al taller, lo tachaban y a pasarlo otra vez. Era mucho trabajo pero era la única forma y estábamos acostumbrados.

Yo me fui de vacaciones a Zacatecas, me llevé el libro con las correcciones del taller, lo pasé en una máquina eléctrica IBM, y se me ocurrió fotocopiarlo y mandarlo al concurso, obviamente no pensé que ganaría porque llegaban muchos trabajos —por eso les digo que en ese entonces las convocatorias sí se difundían en toda Latinoamérica—, no recuerdo cuántos participaron, pero me dieron la noticia de que yo lo había obtenido.

Me dio mucho gusto porque ese libro lo imprimió la editorial Premià, que era una editorial importante por su distribución; ese ha sido mi best seller, porque el tiro fue de dos mil ejemplares y está agotado, quien tenga uno, se lo compro.

Así sucede a veces con algunos libros, uno piensa que no se van a agotar y cuando lo buscas ya no está. Aquí pueden suceder dos cosas: se captura el libro y se busca un editor que lo quiera, o le pido a quien lo tenga que me regrese todos.

 

ÓA. ¿Y una reedición?

JGS. Nunca se hizo porque el propietario de Premià vendió la editorial con todos los derechos, se la vendió a Coyoacán, pero no creo que les interese reeditar algunas cosas. Les vendió todo, hasta las matrices, se quedaron con todo y él se fue a España.

Él vendió la biblioteca a Puebla, por eso se llama Tola de Habich. Cada libro tenía un ex libris, por eso insisto en saber qué fue lo que pasó con esa biblioteca. Tal vez sólo sacaron algunos libros de la biblioteca “Miguel de la Madrid” y los metieron ahí.

 

 

Juan Gerardo Sampedro, escribió una crónica como nota previa a esta entrevista en: http://www.poblanerias.com/columnas/juan-g-sampedro/40005-los-utracostumbristas.html

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