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Foto de Alberto Jorge Zárate Ramos.
Foto de Alberto Jorge Zárate Ramos.

Por Alberto Jorge Zárate Ramos.

Septiembre es el mes en el que miles de personas salen a las calles con los rostros pintados y con ropas tricolores o aún mejor con indumentaria afín a la fecha como rancheros o Adelitas, gritan ¡Viva México! y es valido que se rompa la dieta con nuestros antojitos mexicanos; chalupas, tostadas, tacos, cemitas, chanclas, esquites, elotes, etc. Septiembre es el mes en que nos disfrazamos y jugamos a ser muy mexicanos aún y cuándo el resto del año nuestro ser habla más de lo que Amparo Ochoa canta como “la maldición de la malinche”.

Para quienes hayan escuchado está canción ya se imaginarán de lo que pretendo abarcar, para quienes no, la letra es muy sencilla: hace referencia de como preferimos quedar bien ante el “hermano” extranjero antes de tenderle la mano a nuestro hermano mexicano. Somos un país de gran multiculturalidad, tenemos tradiciones hispánicas y prehispánicas, poseemos una cocina de gran sabor y nuestros bailes son diversos como nuestras regiones y sin embargo, ¿eso nos hace especiales? Desde mi perspectiva lo que nos hace especiales es la lucha que ponemos para hacer las cosas, el no dejarnos, el actuar y hacer valer nuestra voz.

Lamentablemente ese rasgo que ha de formar parte de nosotros se está quedando atrás, hoy en día vemos como otros bailan, hablan, dicen, actúan, corren, sudan y solo podemos atinar a decir: ¡que orgullo ser mexicano!, en vez de ser el mexicano que corra, sude, hable, actué, baile. Pasar estos días en asueto es agradable, hacer algo cada día para que nuestras raíces culturales se fortalezcan y defender nuestra sociedad incluso de si misma es una obligación que cada persona debería de tener. Desde una tiendita respetando los precios, desde el microbusero no siendo grosero, desde el patrón que no busque aprovecharse del empleado, desde el empleado que busque hacer bien su chamba, desde el estudiante que estudie, desde cada uno que haga lo que realmente sabe hacer y hacer bien.

Ya están aquí un nuevo tiempo en el que el rostro de México no cambia mucho, ¿nosotros seremos los mismos de siempre que dicen mucho, pero no hacemos nada para que las cosas sean diferentes hasta que alguien más pretenda hacerlo y entonces llamarlo loco y atacarlo, hasta que sea como nosotros y nos preguntemos, en dónde están aquellos grandes hombres y mujeres que cambiaron la historia para bien?

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