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Autobús, foto Alberto Jorge Zárate Ramos
Autobús, foto Alberto Jorge Zárate Ramos

Por Alberto Jorge Zárate Ramos

Existen imágenes de nuestro diario vivir que por la cotidianidad parecen pasar desapercibidas, acostumbrados a ellas les vemos con importancia nula —si es que llegamos a percibir algo—, parte de nuestra rutina es caminar, seguir, vivir, pero sin darnos cuenta de nuestra realidad a menos de que nos afecte y entonces gritar por no ser visto, pero ¿a cuántos ignoramos nosotros? ¿Cuántos espacios nos son propios y sólo hasta verlos ajenos les damos importancia? Parece que volvemos real el refrán “nadie sabe lo que tiene, hasta que lo ve perdido”.

Así ocurre en el autobús que casi todos tomamos en algún momento de nuestra vida para poder llegar a algún lugar; aunque no con un propósito real, subimos y la frialdad de la gente, que no toma conciencia de los demás, se nos hace normal. Este sábado 15 de octubre se realizó una marcha en la cual se exigió un cambio en la sociedad: uno de los principales cambios debe de ser el respeto. Al subir al transporte vemos que a menos de que se trate de una chava que está buena o una señora de tercera edad, no solemos levantarnos, nos dormimos, volteamos a otro lado o simplemente de forma muy digna endurecemos el rostro para que no nos lleguen a molestar. Criticamos al conductor por su falta de conciencia colectiva, pues al manejar parece que lleva otra cosa, menos personas y se suele escuchar “No llevas animales”, ¿acaso los animales merecen ese trato? Nosotros somos los primeros que, acostumbrados a amontonarnos, nos subimos al transporte cuando hay momento y criticamos una vez subidos si llega a subir alguien más.

Justificantes hay muchas, pretextos igual, no importa si es en el autobús o en otro lugar, los espacios los creamos cada uno de nosotros y nosotros les damos la importancia, hagamos de ellos algo más que sólo la zona de tránsito que nos mantiene fríos e inertes además de indiferentes, tratemos a otros como busquemos ser tratados. No dejemos que la imagen que reflejamos se quede suspendida en el estado transitorio del irrespeto, hagamos de un lugar nuestro lugar y a través de ello convirtámoslo en realidad, pues solemos hacer invisibles los problemas hasta no ver que nos tocan o llegan a afectar.

 

Alberto Jorge Zárate Ramos, Antropólogo Visual.

Contacto: kadem_623_@hotmail.com

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