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Gracias, imagen enviada por Cucaramácara para Neotraba
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Por Cucaramácara (Claudia Taboada. Twitter: @cuca_ramacara)

 

El viaje al interior de mi mente ha resultado algo sorprendente, cansado, doloroso pero sobre todas las cosas: algo curativo.

 

Había vivido años comprándome las ideas que habían nacido a partir de experiencias de la infancia, comentarios de adultos que escuchaba cuando era pequeña y las malas elecciones de novios y amigos… Entre otras situaciones.

 

¿Saben qué me funcionó mucho? Escuchar y sentir. Identificar cuáles eran los pensamientos que me hacían sentir así y por qué lo hacían; así como analizar el pensamiento de otras personas, conocidas o desconocidas.

 

Cuando me di la oportunidad de escuchar más allá de mí, conocí a unos seres inigualables que se convirtieron en mi familia, que conocieron todos mis secretos, mis más grandes sueños y demonios. No estoy diciendo que mis seres queridos no lo hayan hecho antes, al contrario.

Sin embargo, fue parte del crecimiento abrir ese panorama mental y espiritual a personas que no eran parte de mi día a día.

Nunca sabes lo que vas a encontrar: un señor que viste botas vaqueras y cinturón de cuero pero que es de los hombres más amorosos del mundo, una niñita berrinchuda, (aparentemente), que termina siendo una mujer superpoderosa que puede con todo, encontrarme con el perfil de mi madre en una mujer que me ayudó a sanar la relación y aprender a escucharla de manera profunda, perdonarla, pedir perdón y darle todo mi amor; me topé también con hombres duros y cerrados que se convirtieron en seres tiernos y comprometidos, mujeres tímidas que con su transformación se convirtieron en hermosas guerreras, como las de los cuentos de antes.

 

Y todavía, descubrí otro factor máaaas grande: TODOS SOMOS REFLEJO. Sí, me refiero a que nunca te encuentras a las personas por casualidad, como dicen: el Universo no se equivoca.

Está científicamente comprobado que no puedes ver algo en otra persona que tú no tengas, tanto lo bueno como lo malo, hablando de comportamiento. Me faltaba ser amorosa, creerme y saberme superpoderosa, abrirme con mi madre, ser una guerrera… Entre otras cositas más… Y LO HICE.

 

Después de todo ese autoconocimiento, no les mentiré diciendo que soy una reencarnación de Buda, pero lo que sí puedo decir, es que mi resolución de problemas es increíblemente más rápida, porque ya sé cuáles son los factores que me están molestando y porque ya no me puedo hacerme ciega ante las cosas que no estoy haciendo bien: con mi familia, mis amigos, mi novio, la universidad, el trabajo.

 

Me volví muchísimo más sensible, me descubrí llorando con las canciones lindas que pasan en la radio y que me traen recuerdos de esos tres meses de trabajo, o por ejemplo cuando me enojo, soy cuatro veces más intensa.

 

Ni hablar de cuando lloro enojada, porque lloro desde el alma, como si de verdad algo muy grave me estuviera pasando. Es como si hubiera una llave en mí que ya jamás podré cerrar.

Sin embargo, no es algo que me moleste, porque reconozco ese camino, no le temo ya a los sentimientos que crecí creyendo que eran malos o que me hacían débil y me convertían en una rarita.

 

Para finalizar, puedo decir que la vida desde este lado es distinta: la tristeza dura menos y la consciencia dura más. Que estoy agradecida con mis compañeros de vida durante este proceso y para siempre, aunque estén en otro país, o en Guanajuato, Cancún, o a dos horas como el D.F; que los amo con todo el corazón y que ésta es una manera de agradecimiento por todo lo que han dejado en mí. Gracias a mis otros seres queridos, por acompañarme, escucharme y  sobretodo, gracias a los que confiaron en mí y se volvieron parte de este proceso.

 

Muchas gracias a ti por leerme. Esto fue escrito también con el fin de compartirte mi testimonio sobre la unión entre personas y todo lo que se puede crear. Y sí, el amor existe… Y no es malo.

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