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Fotografía de Abd Doumany, ganadora del Istanbul Photo Award 2016
Fotografía de Abd Doumany, ganadora del Istanbul Photo Award 2016

 

 
Por Iván Gómez (@sanchessinz)

Es duro ver una foto así, ¿no? En primera instancia uno pensaría que no es más que una foto que servirá para ilustrar un artículo de la nota roja, pero no es así. Los detalles, la calidad de la imagen, la expresión que muestra y sobre todo el contexto social en la que fue tomada hacen de ella un trabajo fotoperiodístico: posee la capacidad de transmitir una realidad que por momentos parece lejana —y hasta ficticia— en países tan alejados.

Además, la toma cuenta con el rigor que el arte requiere. Seguramente fue muy duro para el fotoperiodista Abd Doumany tomar esta foto. Tan sólo intentemos imaginar lo terriblemente cansado que es para un fotoperiodista que se encuentra en una zona que acaba de vivir una catástrofe tomar fotos en lugar de ayudar a los heridos. Se trata de poner la objetividad y el trabajo por encima de los sentimientos.

Por eso no sería de extrañarse que muchos decidieran apagar la cámara para apoyar a los damnificados.

Esa fue la acción que tomó el fotoperiodista Abd Alkader Habak al ver a los heridos y muertos que ocasionó una bomba arrojada contra una caravana de autobuses que trasladaban a decenas de evacuados de diversas aldeas sirias. Dejó su cámara a un lado —y junto con ella su labor periodística— para ayudarlos.

Debido al valor que exige ser fotoperiodista es que resulta admirable cuando anteponen su labor a todo, pues no se trata de sólo tomar fotos que acompañarán una noticia, sino de plasmar una realidad en una imagen, para que ésta llegue a la mayor cantidad de gente posible y cree conciencia en quienes la vean, asimismo, una foto puede crear presión política —necesaria en conflictos de este tipo como el que vive Siria actualmente, o el que vivió Sudáfrica con las disputas que provocó el proceso de paz que fue llevado a cabo por Nelson Mandela—.

Por eso existen premios como el World Press Photo, el Pulitzer o el Istanbul Photo Awards. Es curioso, pues si se revisan a las diversas fotos ganadoras se encontrarán algunas muy sangrientas que te hacen preguntarte: ¿y entonces cuál es la diferencia entre una foto así y cualquier otra que publique la prensa amarillista, pues ambas cuentan con un contenido muy sangriento? Creo que ya di la respuesta: la calidad de la toma, el contexto social en el que se da y la capacidad de reflexión que ésta puede crear.

 

Fotografía de Fadi Al-Halabi
Fotografía de Fadi Al-Halabi

 

 

Pues el punto de vista que doy —el cual mucha gente experta en el tema ya ha dado— no siempre es entendido por la gente a la que llega, sobre todo cuando la foto es difícil de digerir.

Mucha gente recordará la fotografía “El buitre”, tomada por Kevin Carter, la foto generó una gran controversia cuando ganó el premio Pulitzer, ya que muchos se preguntaban cómo era posible que el fotógrafo tomara la foto en vez de ayudar a la niña, y peor aún, ¿por qué no hizo nada por ella después de tomar la foto? La polémica y la reciente muerte de su amigo en aquel entonces, el también fotoperiodista Ken Oosterbroek, ocasionó su suicidio en 1994. Qué lástima que las cosas resultaran así, pues la foto perdió su cometido.

 

 

“El buitre”, fotografía de Kevin Carter. Ganadora del premio Pulitzer en 1994.
“El buitre”, fotografía de Kevin Carter. Ganadora del premio Pulitzer en 1994.

 

 

Para finalizar les comparto el trabajo de Daniel Berehulak publicado en The New York Times, quien viajó a Filipinas para testimoniar las horrorosas muertes que la campaña contra las drogas del presidente Rodrigo Duterte ocasionó. Es una galería más que sangrienta. Pero es necesaria para analizar lo aberrante que fue su campaña: Click aquí

 

 

A Iván también lo puedes leer en: https://vertederocultural.wordpress.com/

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