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Chovinismo Poblano, manipulación digital Óscar Alarcón
Chovinismo Poblano, manipulación digital Óscar Alarcón

 

Por Gilberto González Morán

 

Después de un glorioso cinco de mayo y sobre todo, después de que el Barça pasó a la final de la Champions League, me parece necesario reflexionar acerca del nacionalismo esperpéntico de nuestras sociedades.

Entre las minifaldas —que  siempre son bienvenidas— y los tambores se entremezcló el discurso patriótico de los políticos y el de uno que otro despistado. Para la gran mayoría de los ciudadanos poblanos esta fecha representa algo sagrado: la victoria del ejército mexicano ayudado por varias comunidades indígenas en contra del poderosísimo ejército francés. La verdad es que un mes después, los franceses, tomaron la ciudad de México. Otro dato importante es que una buena parte de poblanos apoyaron la intervención francesa. Pero hoy se nos olvida eso, estamos, a un paso de exigir la beatificación del General Ignacio Zaragoza.

El fútbol tiene también sus artificios. Fueron cuatro partidos los disputados entre el Barça y el Real Madrid; dos empates y una victoria para cada equipo.

Desde que el Rey Alfonso XIII otorgó el título de Real al Madrid, la relación que ha tenido con el Estado ha sido importante para su estructura financiera, que en términos monetarios, es opulenta. La FIFA lo declaró el mejor equipo del siglo pasado y no podemos olvidar su relación con el generalísimo Francisco Franco. El Real Madrid es un equipo que refleja el poder del dinero en la compra de jugadores: todo aquel que no sólo sea bueno con la pelota, sino también que cumpla con los cánones estéticos de belleza y de mercado, debe ser fichado para el Real. Esto en términos deportivos no creo que sea algo malo, mucho menos dentro del artificio del espectáculo, en otras palabras esto no es ningún reclamo. Al contrario, sólo  trato de contextualizar.

Por su parte, el Barcelona es un equipo también con muchos recursos, ejemplo claro es el fichaje del mejor jugador del mundo: Lionel Messi, cuyo contrato vale  más o menos el valor comercial de todos los equipos de la liga mexicana. Sin embargo, mientras el rey Alfonso XIII otorgaba el título nobiliario al Madrid, en la región de Cataluña comenzaba a gestarse su nacionalismo, en otras palabras, los catalanes comienzan a defender sus usos y costumbres, lo mismo que su lengua. Este movimiento fue creciendo, y durante el franquismo fue censurado.

 

En ese contexto el equipo de fútbol Barcelona se convirtió en un símbolo de identidad por parte de los catalanes, aunque el propio Franco tenía el control del equipo.

 

Bajo este contexto, el equipo azulgrana se convirtió en una especie de equipo nacional de la región de Cataluña, y los merengues en la selección de los potentados. Se supone, entonces, que los juegos entre estos equipos representan algo más que fútbol, en donde se mezcla incluso lo político. Sin embargo esto ya no sucede. Si bien el equipo catalán representa una filosofía del fútbol total, como lo entendía Bilardo, y el Real representa el juego individual, el espectáculo; en el terreno social se han acortado las distancias pues ambos equipos son dos grandes emporios del espectáculo deportivo.

Por una parte, el chovinismo vestido de minifalda caminando por el boulevard “5 de Mayo”. Y por otro lado, el mismo chovinismo pero esta vez maquillado de hincha culé —en otro artículo hablaré sobre el nombre de los aficionados al  Barça— en donde el placer estético sólo se dio con aquel golazo de Messi, que nos hace recordar la grandeza del mejor jugador del mundo: Diego Armando Maradona.

Nuestra necesidad de pertenecer a un grupo nos traiciona, nos hace crear héroes.

 

“De Pumas Yo Soy,
Y Adonde Vaya, Siempre Voy
De Pumas Yo Soy.”

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