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Anaïs Nin. Imagen cortesía de Rosa Borrás.
Anaïs Nin. Imagen cortesía de Rosa Borrás.

Por Rosa Borrás.

Querido diario:

Hoy es uno de esos días en los que estoy contenta. Mucho. A pesar de la realidad que me rodea, de la violencia que vive el país, de leer en el diario que ayer fue un “violento viernes: decapitados, fusilados y narcobloqueos; 26 muertos en seis entidades del país”, según el encabezado del periódico digital sinembargo.com.mx de esta mañana.

Quizá por ésto es que Anaïs Nin es una de mis mujeres favoritas, y me identifico con ella en esta capacidad de abstraernos de la realidad para sobrevivir, para seguir creando, para no aniquilar nuestra existencia como individuos, como mujeres sensibles y creativas. Creo, como ella, que a veces “Soy feliz, egoístamente, tiránicamente feliz…Siempre que algo se aleja de mi, siempre que pierdo algo o a alguien, siempre que debo separarme de algo o alguien, mi reacción es creativa.” [1] Como ella, “Me resisto a que me invada el mundo, la política, el comunismo, las revoluciones, que matan la vida individual, cuando es todo lo que tenemos, todo lo que nos queda.” [2]

Hoy releo a Anaïs pensando en que hace un par de días fue el Día Internacional de la Mujer, en lo que esta fecha significa, en el camino que a las mujeres nos falta por recorrer, nuestros logros por consolidar en este mundo de poder masculino. Y paralelamente pienso en lo disfrutable que es ser mujer y lo maravilloso que es estar rodeada de hombres sensibles, creativos y solidarios. Porque, la mera verdad, es que de éstos también los hay. Y Anaïs lo sabía, y los gozaba, ¡y los padecía!

Anaïs Nin. Imagen cortesía de Rosa Borrás.
Anaïs Nin. Imagen cortesía de Rosa Borrás.

Anaïs Nïn nació en Neuilly, Francia, el 21 de febrero de 1903, hija de un músico y compositor catalán y una madre danesa. En 1914 su madre la llevó a ella y a sus dos hermanos a vivir a Nueva York, después de que su padre los abandonara. Este suceso la marcó de por vida, dejándole un sentimiento de inseguridad y vulnerabilidad que tardó mucho tiempo en superar, lográndolo sobre todo a través del psicoanálisis, del que se convirtió en practicante después de haber sido paciente durante muchos años.

Anaïs empezó a escribir desde pequeña historias para leerles a sus dos hermanos menores; a los 7 años firmaba sus escritos como Anaïs Nin, miembro de la Academia Francesa.[3] Cuando tenía 11 años empezó a escribir sus diarios, en francés hasta los 20, después en inglés. No dejaría nunca de escribir en ellos, y son, de hecho, la parte más importante de su obra. A mí me gusta leerlos porque la muestran tal como ella se miraba, sus diarios eran como un espejo y puedo ver en ellos a esta mujer en todas sus facetas, en todos sus estados de ánimo, con todas sus dudas, conflictos, alegrías y logros.

En 1931 conoció al escritor Henry Miller y su esposa June, hecho que la transformó para el resto de su vida. Estableció una relación amorosa con Henry, y al mismo tiempo se enamoró de June. En sus diarios escribió por primera vez sus experiencias sexuales con él, sus descubrimientos eróticos, sus angustias y alegrías y relató su gran confusión pues amaba profundamente a su esposo, Hugh Guiler, y al mismo tiempo a Henry, a June y, por si fuera poco, en esos tiempos también estableció una relación sentimental con su psicoanalista, Otto Rank. En el volumen Henry and June (que contiene fragmentos de sus diarios de 1931 y 1932) Anaïs se explica a sí misma: “Lo cierto es que ésta es la única forma en la que puedo vivir: en dos direcciones. Necesito dos vidas. Soy dos seres.”[4] y en su Diario Amoroso, en la entrada del 13 de febrero de 1935, añade: “Ser yo misma consiste en eso, en ser dual. Y no se puede ser dual sin tragedia”.[5]

Anaïs Nin. Imagen cortesía de Rosa Borrás.
Anaïs Nin. Imagen cortesía de Rosa Borrás.

Y yo hoy, mientras escribo esto, pienso que Anaïs tenía razón: como ella, soy una y muchas al mismo tiempo, tengo varias vidas paralelas y creo que “todos somos parcialmente locos con zonas de lucidez.”[6]

En fin, esta noche me iré a dormir tranquila, pensando, una vez más, que Anaïs y yo hubiésemos sido grandes amigas. Seguramente habríamos colaborado, yo le habría ilustrado algún libro o ella habría escrito textos para mis dibujos eróticos.

Buenas noches, querida Anaïs, sigamos siendo felices, gozando y padeciendo nuestros estados de ánimo “que brincan como saltamontes y miran las cosas por ventanas que cada vez son diferentes”.[7]

Acuarela de Rosa Borrás, cortesía de la autora.
Acuarela de Rosa Borrás, cortesía de la autora.

Anaïs Nin.  Neuilly, Francia, 1903-Los Ángeles 1977. Algunas de sus obras: En defensa de D.H. Lawrence, publicada en los 30’s. La casa del incesto (1936), Una espía en la casa del amor (1954), Collage (1964) y Delta de Venus (1977), y su obra más importante: El Diario de Anaïs Nin (7 volúmenes que comprenden de 1931 a 1974).

Pueden encontrar más información sobre Anaïs Nin en

Fotografías tomadas de:

 


[1] Anaïs Nin Fuego Diario amoroso (1934-1937) Ediciones Siruela, 2004. p. 63

[2] Ibídem p.104

[3] Anaïs Nin, Henry and June, Penguin Books, 1986. Prefacio p. v

[4] Anaïs Nin, Henry and June, Penguin Books, 1986. p. 60

[5] Anaïs Nin, Fuego. Diario amoroso (1934-1937) Ediciones Siruela, 2004. p. 42

[6] Ibidem  p. 72

[7] Ibidem p. 67

 

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