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Alt-J. Imagen cortesía de David Ullhman.
Alt-J. Imagen cortesía de David Ullhman.

Por David Ullhman.

Nunca me han gustado los sonidos sucios, quizá tenga que ver con que soy seguidor de las cosas que brillan demasiado y que han sido trabajadas y pulidas con mucho esmero, que siguen formulas ya establecidas, de esas que son exitosas y que nos hacen el día desde el momento en que entran en contacto con nuestros sentidos. Me gusta la música limpia, la que tiene claro lo que quiere decir y no se confunde entre la batería y la voz, que tiene demasiados sonidos pero que no llegan a saturarse, que toman cuidado de la medida perfecta de guitarras, baterías, güiros, pianos, voces, coros, sintetizadores y silencios. Soy fan de las cosas que visualmente son muy limpias, que tienen filtros que hacen que todo luzca brillante y arreglado, no tengo problemas en decir que me encantan las fotos bien arregladas y cuidadas con todo el esmero posible, claro, siempre y cuando estén acompañadas de una buena historia que, ya sea o no sea compleja, esté bien narrada o bien interpretada por los actores, que generalmente, también lucen arreglados, sólo lo necesario.

No tengo problema con las imágenes claras y los sonidos hechos para deleitarnos. Tampoco tengo problemas con aquellas bandas que graban su primer álbum en el garaje y todo al mismo tiempo, ocasionando que sea difícil distinguir de donde provienen estos sonidos y a donde van, muy difíciles de entender y, supongo, de grabar correctamente.

La vez que conocí a ? (pronúnciese Alt-J) fue en una revista que los mencionaba en una pequeña reseña, diciendo que eran un grupo de personas dedicadas a las formulas matemáticas y que en base a dichas formulas es como creaban toda su música. Nunca vi una etiqueta que indicara el género al que pertenecían o su lugar de origen, simplemente esa información y una puntuación que llegaba a las cinco estrellas, que es la máxima.

Portada de "An awesome wave" de Alt-J. Imagen cortesía de David Ullhman.
Portada de “An awesome wave” de Alt-J. Imagen cortesía de David Ullhman.

 

Lo primero que escuchas de An awesome wave, título que lleva su más reciente producción y álbum debut es el sonido de una banda que ha cuidado hasta el más ínfimo detalle procurando que no sea uno el instrumento protagonista de la obra, no es Gwil que hace sonar especiales los arpegios de la guitarra ni Thom que pone un cuidado a la batería para hacerla sonar delicada, ni Gus que cuida cada una de las teclas que le indican las canciones ya ensayadas para que sean precisas cada una de las pisadas, ni mucho menos la extraña voz de Joe que puede resultar o muy interesante por su versatilidad a la hora de hacer sonidos o demasiado detestable por su pitosidad para aquel que se aviente el disco entero. Todos los elementos que componen la música de esta banda inglesa han sido equilibrados para no saturarnos de información en un acto pero si brindándonos una gama de sonidos que va desde las cuerdas de una guitarra y de fondo muy tenue el sonido de gente transitando por la ciudad hasta bajos que suenan demasiado pesados ante una voz tan nasal y delicada.

No tienen mucho que ofrecer en cuanto a lo visual, pues mucho de lo que hacen en sus videos ya ha sido muy visto, en especial por todas estas bandas indies que creen estar revolucionando la experiencia de hacer y ver un video musical. Pero no por ello son malos, todo lo contrario, son medidos y limpios en los detalles y las historias que a cada cuadro, por muy predecible que sea, sorprende por algún factor relacionado las imágenes y el orden en el que se presentan unas ante otras. Los videos son una interesante manera de formar el paquete que corresponde a todo lo que conforma el concepto de Alt-J.

Los dejo con unos videítos que creo los animarán a conocer más de la muy reciente pero prometedora (eso espero) banda.

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