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Columnas, imagen libre de derechos
Columnas, imagen libre de derechos

Por Iván Gómez (@sanchessinz)

 

Esta semana no tengo ningún tema en especial. Hay varios textos que tengo en mente, pero con uno de ellos debo documentarme más, otro es un poco personal, y me sentaré a escribirlo hasta que el sentimiento se haya apagado. En ese sentido —y en algunos otros— me gusta seguir el Decálogo del perfecto cuentista, de Horacio Quiroga, es el punto IX el que habla de no escribir bajo la influencia de una emoción, cito:

 

“No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino.”

 

Y aunque el decálogo se centra en el cuento, creo que esa regla aplica para cualquier género.

 

Por eso he pensado que hoy puedo hablar de columnas. Sí, ¿por qué no? Sé que puede sonar graciosos y hasta redundante, pero al menos a mí me servirá para analizar qué es una, llegar a una aproximación tan siquiera. Claro, lo correcto es definirla como un género periodístico, mi problema nace al ver su generosidad: quien se mueve por ahí tiene una infinita posibilidad de opciones para tratar un tema, y una infinita cantidad de posibles temas a tratar. Esto nos ha regalado textos sumamente interesantes, críticos y, sobre todo, variados. Por eso me pregunto, ¿basta con definirla como género periodístico? No lo sé.

 

Pienso en el cuento, ¿quién puede definirla de forma certera y complaciendo a todos? Exacto, el cuento es una forma compleja y condensada de contar una historia con un comienzo poco claro, y lo mismo con el final. Sólo sé que el cuento es magia, y quien lo practica con éxito es un mago, es nuestro Georges Méliès de la literatura.

 

Pues algo similar ocurre con las columnas, repito: es un espacio corto con la facilidad de hablar sobre cualquier cosa, ya sea una noticia, un suceso personal o menos noticioso, una emoción, una anécdota, una reseña, una crítica. ¿Quién se atreve a definirla? Recorramos algunos ejemplos para mostrar un poco de la gran variedad:

 

Soy un constante seguidor de la columnista del portal Sin embargo, Alma Delia Murillo, quien, con una pluma fuerte, narra todo lo que ve, lo que siente, con la intención de crear una crítica y una opinión, pues, aunque hable de cosas que vive, sabe que no son más que conductas que se repiten a lo largo y ancho de toda nuestra sociedad. Un claro ejemplo son “Tú no (piche prieta)” y “Una navidad en la oficina”.

 

En las antípodas de sus textos se encuentran los del periodista Héctor de Mauleón y su columna para El universal, quien opta por escribir sobre una noticia de suma importancia, y no sólo actuales, también históricas, todo esto expresado con voz narrativa y lenguaje propios; al final nos regala su opinión en un par de líneas, la cual siempre es clara, directa, y sí, muchas veces fuerte. En “Juvenicidio”, nacida a raíz de la balacera en una escuela de Monterrey hecha por un estudiante del plantel, nos narra cómo la generación de niños que creció durante la guerra del narcotráfico (por ahí entro yo) se ha vuelto más propensa a asimilar la violencia como algo natural y a incluirla en su vida, en los siguientes párrafos respalda lo dicho con algunos estudios, y al final expresa: ha llegado la hora de pensar en la generación herida.

 

Óscar de la Borbolla, también de Sin embargo, crea textos con tintes filosóficos, pues como muchos sabemos, filósofo es su formación académica. En muchos textos constantemente se pregunta quiénes somos y qué hacemos aquí. “Cuento navideño” y “¿Alguien sabe quién es?” son dos buenos ejemplos.

 

Gabriel Rodríguez Liceaga habla de lo que ve y piensa en su columna para el portal máspormás. Sin miedo a que muchos piensen lo contrario, él se avienta. Viene a mi memoria un texto ya viejo, creado a partir de la polémica que generó el video musical de Gerardo Ortiz, “Fuiste mía”, por supuesta incitación al maltrato a la mujer y que causó todo un revuelo; pues él se atrevió a defenderlo argumentando que, aun cuando es una mala creación artística, no deja de serlo, y eso lo salva contra todo. “Población: 9 millones de extras” y “Su majestad el loco ese”, son otros grandes textos.

 

Un último ejemplo, uno un poco inusual, la columna semanal que lleva el título “Mar de Historias”, la cual se publica cada domingo en La jornada, de la escritora Cristina Pacheco. Una columna que me ha acompañado desde hace mucho. Nos entrega cuentos, sí, en donde podemos conocer gente cotidiana, que te puedes encontrar en el súper, en el parque, el banco o en cualquier otro lugar.

 

Hoy es jueves, reviso por última vez este texto, también es el tercer aniversario luctuoso de José Emilio Pacheco, el escritor al que le debo mi amor a la lectura, él me abrió las puertas. Por eso pongo como ejemplo “El eterno viajero”, Cristina lo escribió para él. “Fruta seca”, es otro magnífico ejemplo, en éste una señora jubilada ve pasar sus últimos días sin contacto con el mundo.

 

Sé que todos los ejemplos citados se pueden clasificar: columna de información, de opinión, literaria, deportiva. La pregunta es, ¿hace falta la clasificación?

 

Regresando al principio: cada título que se publica es un texto híbrido, que engrandece la calidad del texto; y sí, eso lo hace más difícil de definir. Pero creo que así es mejor. Se trata de disfrutarlos, informarnos o reflexionar un poco con lo escrito. Espero algún día ser un digno representante.

 

A Iván también lo puedes leer en: https://vertederocultural.wordpress.com/

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