A poco si…

Por Gilberto González Morán

Fueron muchas emociones en un solo mes: los Pumas ganaron el campeonato y el Barcelona ratificó que es el mejor equipo del mundo. Todo esto produjo en mí, un estado de inmensa apatía que se vio reflejado en mi columna en donde sólo hay dos artículos descontextualizados, sin embargo, estoy de vuelta.

En los días posteriores a la victoria de los Pumas aspiré mis cuarenta gramos de programas deportivos en los que resaltaron las cualidades del equipo —que si la base del campeonato estuvo en la defensa, que si fue o no un golazo el de Cortés, que jajaja pinche Calderón no puede meter al ejercito a C.U.

En fin, todos tuvimos una opinión de este campeonato y como se me ha secado el cerebro, me sumo a las opiniones tanto de José Ramón Fernández como las de cualquiera que más o menos entienda de futbol porque ahora me da igual, ya no puedo soportar a la afición del equipo mexicano.

El caso es que estaba en pleno romance con mis equipos cuando de pronto comenzaron  los promocionales en la televisión: “Todos somos México”, “Ponte la verde” y después le siguieron los analistas deportivos con su verborrea: “ahora sí tenemos que ganar la Copa Oro, somos el gigante de CONCACAF”, otro más sensato respondía: “la verdad es que todos los equipos han evolucionado y el que mejor lo ha hecho es Estados Unidos; es más, ellos últimamente han ganado”, etcétera, etcétera, etcétera. Ya estaba hasta la madre de tanto discurso ramplón lleno de chovinismo.

Decidí ponerme en huelga de programas deportivos, pero… ¿y la columna? La verdad es que la huelga sólo duro dos días y he seguido los partidos nopaleros de la selección mexicana.

Los juegos me han parecidos aburridos, por ello no vale la pena hablar de cuestiones deportivas. Maradona no se equivocó cuando dijo que la FIFA era el gran ladrón.

En México existió un Estado que se supone normaba a la sociedad nacida en este territorio, pero los tecnócratas abrieron las fronteras al primer mundo, llegaron y se crearon los grandes monopolios que no permiten la competencia leal —si es que existe— en el libre comercio y que también inciden en la toma de decisiones por parte de ese Estado que alguna vez existió.

En todo el mundo se han creado instituciones que están por encima de las naciones, ejemplo de esto es la FIFA que exige y condiciona, no sólo en lo deportivo sino hasta en lo comercial, a los países que organizan un evento deportivo relacionado al futbol, basta recordar lo ocurrido en el mundial de Sudáfrica en donde se prohibieron las repeticiones de jugadas dudosas en las  pantallas del estadio. Todo esto como consecuencia de la falla del árbitro al no marcar un fuera de lugar en contra de Argentina, esto ayudó a que se anotará el primer gol con el cual se cayó el mito mexicano del “sí se puede” al “no se pudo”.

Algo similar pasará en la Copa América, en donde México no podrá ir con la selección mayor porque la FIFA —a través de la CONCACAF— no les dio el permiso bajo el argumento de que primero es la Copa Oro porque es de su zona, aunque todos sabemos las millonarias ganancias que dejan los juegos de la selección mexicana en Estados Unidos. Esto provocará que veamos partidos en donde el nivel de competencia estará totalmente desequilibrado.

La pregunta es ¿hasta cuándo permitiremos que alguien más tome decisiones por nosotros, que afectan nuestro desarrollo social y en este caso deportivo?

Lo único que nos hace falta es que Televisa elija a nuestro próximo gobernante ¿será posible?